Hace 69 años, el 7 de junio de 1954, Alan Turing, reconocido como uno de los científicos más brillantes de la historia, decidió poner fin a su vida envenenándose con cianuro. Turing fue responsable de recortar la proyección de la Alemania nazi durante la Segunda Guerra Mundial al descifrar la "indescifrable" máquina Enigma. Además, sentó las bases de la inteligencia artificial y la ciencia de la computación.
A pesar de sus enormes contribuciones, Turing no fue perdonado por su homosexualidad. Su trágico final evidencia la discriminación y la hipocresía de la época. Turing eligió una manzana envenenada, un símbolo bíblico de prohibición y tentación, como su último acto. En su muerte, dejó un mensaje irónico y una advertencia al mundo que estaba por dejar.
Antes de su trágico destino, Turing fue reconocido como un genio. Trabajó en la sede de Bletchley Park, una cueva de espías, inventores y científicos, donde más de nueve mil personas colaboraron en el descifrado de mensajes alemanes durante la guerra. Utilizando su genialidad matemática, Turing logró desentrañar la máquina Enigma y permitió a los aliados acceder a los planes alemanes y obtener información estratégica crucial.
Además de su destacado papel en la guerra, Turing fue un polímata. Era matemático, filósofo, experto en lógica, criptógrafo, biólogo y teólogo pensador. Sus investigaciones sentaron las bases de la ciencia de la computación y la inteligencia artificial. En particular, desarrolló el concepto de la "Máquina Turing", que sentó las bases para el diseño de las computadoras modernas y los algoritmos.
Sin embargo, la vida personal de Turing estuvo marcada por la tragedia. A los diecisiete años, perdió a su primer amor, Christopher Morcon, víctima de la tuberculosis. Esta pérdida desgarradora dejó una profunda huella en Turing y lo llevó a cuestionar la religión y a enfocarse en comprender la naturaleza de la consciencia.
Después de la guerra, Turing fue condenado por su homosexualidad, que era ilegal en esa época en el Reino Unido. Su brillante carrera y su vida fueron destruidas, y fue sometido a un tratamiento hormonal como parte de su condena. El trato cruel y la discriminación que sufrió llevaron a Turing a su trágico final.
Alan Turing, un genio incomprendido y víctima de la intolerancia, finalmente está siendo reconocido por su legado. Su rostro ahora adorna el billete de cincuenta libras del Reino Unido, aunque este homenaje llega tardíamente para un verdadero héroe. Su trabajo y sus contribuciones a la ciencia y la tecnología son fundamentales en el mundo moderno, y su historia es un recordatorio de la importancia de la igualdad y la aceptación.