El infame legado de Cayetano Santos Godino, el "Petiso Orejudo" que estremeció a Argentina
La historia de Cayetano Santos Godino, conocido por la prensa como el “Petiso Orejudo”, es una de las más oscuras y espeluznantes en la criminología argentina. Este niño asesino, cuya violencia se manifestó desde una edad temprana, se convirtió en una figura odiada y temida tanto por la sociedad como por sus propios compañeros en la cárcel de Ushuaia. Murió en 1944 en circunstancias que aún generan suspicacia: según los médicos del penal, falleció por una úlcera gastrointestinal, pero los rumores de la época apuntaban a una brutal paliza que le habrían propinado otros presos tras estrangular al gato que tenían como mascota. Cayetano fue enterrado en el cementerio del penal, aunque su tumba fue profanada y su cráneo, según cuentan, terminó en el escritorio de la esposa del director de la prisión como un macabro pisapapeles.
El caso de Godino nos lleva a reflexionar sobre las condiciones de su infancia y las fallas del sistema en su época. Nació en un entorno lleno de violencia y privaciones; con un padre alcohólico y abusivo, y un hermano con ataques de epilepsia, Cayetano creció en un hogar donde no existía espacio para la compasión ni el afecto. La pobreza extrema y la falta de atención a sus necesidades emocionales y psicológicas fueron, sin duda, factores que contribuyeron a su progresiva deshumanización. La Argentina de principios del siglo XX no contaba con una estructura social ni legal para lidiar con un niño de tales características; de hecho, la policía optaba por devolverlo una y otra vez a su hogar tras cada incidente, minimizando su comportamiento peligroso hasta que fue demasiado tarde.
El Petiso Orejudo representa un caso extremo de la violencia en las infancias vulnerables. La sociedad de aquel entonces, impactada por sus crímenes, no dudó en condenarlo con términos como “bestia” y “monstruo”, pero cabe preguntarse: ¿habría sido distinto su destino en un contexto más saludable y comprensivo? En la Argentina moderna, el caso de Godino invita a repensar las políticas de prevención, protección y rehabilitación en la infancia y adolescencia. ¿Estamos realmente preparados para identificar y asistir a los niños que presentan señales de trastornos graves, o seguimos ignorando las señales hasta que la tragedia se vuelve inevitable?
Finalmente, la historia de Cayetano Santos Godino nos recuerda que no basta con castigar y encerrar; es necesario también comprender los factores que llevan a estos comportamientos para prevenir futuros casos. En el relato de un niño asesino y su fatídico final en el “infierno blanco” del penal de Ushuaia, se esconden lecciones que, décadas después, aún seguimos aprendiendo.