“Entonces, ¿cómo cómo sostener que no soy yo uno de los narradores y como no sostener que lo que se narra es en buena medida mi propia vida, mi propia infancia mi propio abuso?”, preguntará -se preguntará- Franco Torchia cuando promedie esta entrevista en la que vamos a hablar de Te arrrancan la cabeza, su primer libro de ficción. ¿Cómo separar al autor -el periodista, el polemista que estuvo en el ojo de la tormenta por la versión “queer” del oratorio Theodora que hizo con Alejandro Tantanian, el conductor del reality Cupido, el activista LGBT- de ese narrador que, como él, crece en un un lugar chico y, como él, tiembla por el amor de otro varón?
La novela breve de Torchia ocurre en el club de un pueblo, junto al río. Los personajes son hombres y mujeres de ese club, sus chismes, sus conflictos, sus odios, sus prejuicios. Todo visto sobre todo por dos narradores: una mujer y un chico. El chico es el que está enamorado de otro, más grande, que luego -lo sabemos desde el principio- se revelará travesti y se llamará “La Rimbambita”. Y Torchia no ahorrará las expresiones de ese amor: “Yo ya sabía que esa relación no daba para más pero era más fuerte que yo, porque La Rimbambita, que todavía era él, me sube, se detiene en un intervalo neutro entre el vestuario y los cuartos del último piso, me besa, me hago pis encima y todavía chorreo agua que traigo de la pileta; él instala su pito entre mis piernas, estamos parados, nadie me cree y esto es el destino”, escribe.
Parecido a la vida, pero distinto, dice Torchia: “Es fantasioso también, pero hay salidas que son absolutamente ridículas. Y además no tienen nada de realistas, hay exageraciones. Bueno, esos recursos me interesaban muchísimo y además quiero decir que yo para seguir escribiendo necesitaba poder escribir esto primero. Tenía que tratar de desanudar cosas de mi propia vida aún pasadas a un código de ficción para poder seguir adelante, para poder seguir escribiendo”.
“Manuel Puig está en mí desde que lo leí y desde que estudié Letras, en algún momento de la década del 90?
Así, con una voz íntima, habla el chico y así habla la mujer: “Mirá nene, yo no pregunto. No pregunto nada, no me meto". Pero
-Suena mucho la voz de Manuel Puig en la novela, se ve un lector de Puig en los tonos en la vecina, en las cosas que cuenta, pero también suena otra voz que es como como más íntima y más chiquita. Para vos también debe haber sido evidente.
-Fue bastante evidente, pero el libro se terminó de armar en mi cabeza cuando surgió la voz de esa mujer, tiene dos narradores -o tres, al final aparece una tercera-. Una oralidad la trabajé de manera muy diferente a la otra, la mujer es es súper coloquial, absolutamente desaatada, sin ningún tipo de tapujos, sin ningún tipo de corrección o de filtro. En cambio el narrador es un narrador más hermético mucho más hermético, más sintético. Hay quienes lo están leyendo y lo ubican como un libro de poesía.
-Bueno, hacia el final se pone muy poético.
-Puig está en mí desde que lo leí y desde que estudié Letras, en algún momento de la década del 90. Este trabajo con la localidad que es propio de él, pero además lo que significa para la historia de la diversidad sexual en la Argentina y en el mundo, para mí fueron completamente determinantes. Estamos hablando de Manuel Puig el autor de Boquitas Pintadas; de La traición de Rita Hayworth... Entonces sí, lo tengo presente pero de la manera en que tenemos presentes lecturas, cuando escribimos.
-Es como que te autoriza un tipo de voz. ¿Cómo trabajaste esa voz femenina y de vecina? ¿Vos te sentís esa vecina cuando escribís?
-No, pienso en mujeres que iban a un club náutico parecido al que está aquí narrado; pienso una tía mía a la que se le ocurrió que yo tenía que empezar a leer porque tenía insomnio a los 10 años, entonces yo empecé a leer (nunca más me dormí). La voz de esa tía también está. Esos son recursos netamente de Manuel Puig pero no lo pensé de inmediato, siento que estoy habilitado en todo caso porque antes existió Puig, pero eso es así en la historia de la literatura, como un sistema de postas que te van habilitando a hacer determinadas cosas que no estaban hechas antes, pero como alguien las hizo antes ahora está permitido.
“La voz del chico tiene mucha carga autobiográfica pero no soy exactamente yo; por lo momentos hay exageraciones, hay desvíos, hay un tono triste "
-¿Y la voz del chico?
-La voz del chico tiene mucha carga autobiográfica pero no soy exactamente yo; por lo momentos hay exageraciones, hay desvíos, hay un tono triste y también, como decía vos, íntimo. Yo no sé exactamente a quién atribuírselo, pero sí pensé y pienso en un montón de personas -eso tuve en la cabeza mientras escribía- que se sienten especialmente demoradas, girando muy de manera muy concéntrica alrededor de determinados problemas, alrededor de determinadas trabas, alrededor de determinados sucesos que no les permiten del todo armar una vida completa.
-Contame un poquito más de ese chico.
-Ese chico tiene un noviazgo en principio con otro chico que es mucho más grande que él, un noviazgo que puede ser abuso, como tantos noviazgos son un abuso.
-Hay una de una línea difícil de trazar porque él está muy enamorado, como suele pasar en el abuso, ¿no?
-Él esta muy enamorado y hay una disparidad que es etaria pero que también es estética, este personaje es un personaje mayor, tiene músculos, se lo ve muy seguro de hacer lo que hace, de tener sexo con este otro, que es menor de edad. Y bueno, lo va envolviendo, lo va seduciendo, se van sintiendo cada vez más encontrados y seducidos pero luego –lo digo así, el texto lo cuenta así y lo voy a decir acá a propósito- se hace travesti. Ese hacerse travesti, ese devenir “La Rimbambita”, que es el nombre del personaje, está nombrado pero de una manera también bastante elíptica, no se entiende del todo y a mí me gustaba esa opacidad.
-Claro, hay un pase de ese esa cosa masculina, medio imponente cuando se para delante del otro, a algo más femenino.
-Y eso es visto por el abusado, o el novio menor, como queramos llamarlo, casi como una traición. Es vivido como abandono pero también con algo de de traición.
-Es bastante fuerte cuando uno lo piensa como algo autobiográfico. Y algo que te habilita a pensarlo como autobiográfico es la tapa. Vos tenés la tapa donde está Franco Torchia con este vestidito y pensás: “Bueno, esto tiene algo que ver”.
-Mansalva, la editorial, está publicando los libros con las fotos de los autores en la tapa, esa es como su nueva política estética. Cuando me consultaron les dije “yo no quiero una foto actual”. Una amiga lectora me dijo “vos hacés referencia a una foto tuya real en un momento”. Y sí, es la foto de “la indiecita”, así la llamo. Y me pareció bien, por supuesto carga o sobrecarga autobiográficamente mucho al artefacto. Bueno, entonces, cómo sostener que no soy yo uno de los narradores y cómo no sostener que lo que narro es en buena medida mi propia vida, mi propia infancia, mi propio abuso.
-En un momento se habla de “tener cara de homosexual”. ¿Qué es tener cara de homosexual?
-Ese tipo de afirmaciones pertenecen a la narradora, es esa mujer la que dice “cara de homosexual”. No lo digo yo. Esa mujer que además es profundamente misógina, es violenta, es racista, es gordoodiante... ¿cómo no iba a decir “cara de homosexual”?
-¿Cómo fue crecer en un pueblo así, en un club así?
-Yo nací en Ensenada en 1976 y aunque viví mucho tiempo en La Plata yo me reivindico ensenadense, yo me pienso en Ensenada, yo vuelvo a Ensenada, es como si nunca me hubiera ido. Hace muchísimos años que vivo en esta ciudad pero no me siento porteño, no me reconozco en esta ciudad y tampoco me reconozco en La Plata. Soy de esa vera del Río de la Plata que es Esenada, soy de su playa, que es Punta Lara, soy de esos clubes. Yo no fui solamente al club que a mí me sirve de inspiración, fui a otros clubes. Como a un desaparecido club YPF, al que iban los hijos de los trabajadores de la destilería (eso en algún momento existió como política de Estado). Pero además también me interesaba mucho en este universo de los clubes en tanto universo desaparecido. No existían los barrios privados prácticamente, los countries. Esa segunda parte de la década del 80 me importaba y mucho. Esos espacios, esos clubes tuvieron un auge como lugar de socialización, como una idea incluso de “purificación social”, de qué cabecitas negras quedaban afuera de esos clubes y cuáles no.
-Solés pensar políticamente la homosexualidad. ¿Por qué hablar de homosexualidad, de una relación de novios entre un chico y otro varón más grande es político?
-Es político lo que acabo de describir sobre la socialización; vínculos totalmente rotos desde la dictadura. Es un mundo de individualidades, no pueden compartir comidas no pueden compartir infusiones… La micropolítica es profundamente política: esta es mi parte de la pileta, esta es mi parte de la reposera... Y la profundizacón de determinadas prácticas abusivas, evitar que sean leídas desde la simpleza, desde la llaneza, me interesa y mucho. Volver aún más problemáticas un conjunto de experiencias cotidianas que parecieran estar saldadas muchas veces por la ley o por la judicialización o -en la temperatura de nuestra época- por las demandas, las consignas, las tomas de posiciones automáticas. Yo trabajo mucho en diversidad sexual pero nunca abracé los consignismos del todo, me parece que se trata de cuestionarlos, de tratar de superarlos.
“Yo trabajo mucho en diversidad sexual pero nunca abracé los consignismos del todo, me parece que se trata de cuestionarlos, de tratar de superarlos”
-¿Cómo?
-Lo que es visto como novizago pero también es abusivo. Seguir preguntándose sobre los abusos, sobre los acosos, sobre ese tipo de violencia sexual es fundamental para enriquecer nuestra memoria y la de las víctimas en general. Creo que ese trabajo interior también es político, todo material que se acerque o que por lo menos contribuya a ese tipo de de balances está está muy bien, a mí me ayuda mucho.
-¿Si hubieras nacido en 2010, estarías mejor? Estamos mejor?
-En muchos sentidos, sí. En otros.. la historia nunca es lineal.
-Hay vueltas atrás?
-La Historia nunca es una consecución de momentos felices ni mucho menos. En este momento tengo preocupaciones crecientes, vivo en estado de alerta, precisamente por el crecimiento de ciertos discursos que están dominndo mucho la esfera pública de vuelta. Y que creo que tienen una capacidad asesina casi directa. Podemos someterlo una discusión eterna pero no tengo ninguna duda de que hay una repercusión bastante directa respecto de los cuerpos que luego son cuerpos asesinados, respecto de las violencias. Bueno es un fenómeno mundial preocupante y es un fenómeno también cada día más latente en nuestro país. Creo que las palabras son capaces de asesinar.