No todo está perdido en la política argentina. Casos como el de la familia Gando en La Plata demuestran que hay esperanza de que florezca la ilusión de un país mejor, conducido por referentes sanos. Entre tantos chantas liderando boletas electorales en estos días, es lindo ver que también llegan los buenos de verdad.
La historia marca que allá por diciembre de 2011, se sentaba en una banca del Concejo Deliberante de La Plata el dirigente más querido y respetado de la UCR, Fernando Gando, un hombre que hizo y hace un sincero culto a la honestidad y prestigia como un salmón contra la corriente, al muy cuestionado mundo político de nuestro país.
Flaco, alto, cara de bueno y bueno de verdad, pasó sus cuatro años como concejal (no intentó reelegir porque cree que en su partido debe privilegiarse la natural renovación de los dirigentes), marcando un hito en la historia de ese cuerpo deliberativo. Recorrer los barrios, presentar proyectos y no faltar a las sesiones fueron su sello distintivo.
En estas épocas se hace difícil encontrar dirigentes que realmente honren a la política en su verdadera dimensión, por eso la sola mención de Fernando Gando nos ilumina el corazón y nos llena de esperanzas.
La asunción de su hijo Ignacio como concejal, es una bocanada de aire puro. Si al menos logra parecerse a su padre, le hará muy bien al HCD y a La Plata.
Este periodista que escribe, recuerda muchos hechos que marcaron su vida laboral, pero ninguno le ha parecido tan simple pero tan impactante a la vez como aquel 10 de diciembre de 2015, cuando Fernando Gando terminaba su mandato como concejal.
El ahora ex edil platense se iba, por última vez, como lo había hecho durante los últimos cuatro años, del estacionamiento de la Municipalidad de La Plata en su emblemática bicicleta negra. Dejaba un hueco enorme en la institucionalidad y volvía a su actividad como empleado municipal.
Todos los concejales que fueron contemporáneos suyos, recuerdan a Fernando como un tipazo, un compañero ejemplar, un adversario digno y querible, o un compañero de trabajo maravilloso. Pocas veces se ven estos casos y mucho menos se los resalta. Por eso, esta nota intenta ser un pequeño y humilde "homenaje a la humildad", que debería ser lo que no es en política: algo habitual.
En un gesto que se percibió como una señal a sus concejales después de las elecciones primarias, el intendente de La Plata, Julio Garro, asistió al Concejo Deliberante para presenciar la jura del nuevo concejal radical Ignacio Gando, quien ocupará el lugar dejado por Juan Manuel Martínez Garmendia (PRO), que pidió licencia.
La asunción de Ignacio Gando en el Concejo Deliberante representa un incremento en la representación del radicalismo en el Legislativo local. Gando compartirá bancada con otros concejales radicales, como Manuela Forneris y Verónica Rivas, además del jefe del bloque de Juntos, Diego Rovella.
El acto de jura contó con la presencia de importantes figuras políticas, incluyendo al intendente Julio Garro, el secretario general de la Comuna y candidato a diputado provincial por la Quinta Sección, Raúl Cadaá, el secretario de Relaciones Institucionales de la Universidad Nacional de La Plata, Javier Mor Roig, y el secretario de Salud local, Enrique Rifourcat.
La presencia del intendente Garro en el Concejo se interpretó como un mensaje a sus propios concejales y a su espacio político en el contexto de las elecciones Primarias. La acción podría ser vista como un intento de fortalecer la unidad y mantener la cohesión del grupo.
Ignacio Gando, quien asumió el cargo de concejal, tiene una trayectoria política dentro de la Juventud Radical y actualmente ocupa el puesto de presidente del Comité de la Sección 3° del radicalismo local.
En su discurso de asunción, expresó su compromiso de seguir trabajando en equipo por un partido más fuerte y en beneficio de una sociedad más justa.