La fundación de La Plata como nunca te la contaron: un recorrido por su historia con imágenes únicas
La capital de la provincia de Buenos Aires fue concebida de cero, con un proyecto novedoso para su tiempo. Su creación fue un acto moderno, osado, reflejo fiel de un momento político particular que nos legó una ciudad única.
En 1880 Argentina iniciaba el camino hacia la conformación de un Estado nacional moderno, bajo la forma de un modelo federal y republicano, después de más de seis décadas de desencuentros entre Buenos Aires y las provincias del interior.
Mientras los porteños preferían un esquema centralista, el resto optaba por un sistema federal. Esta tensión política llegó a su fin el 20 de septiembre de ese año, cuando el presidente Nicolás Avellaneda puso bajo jurisdicción federal el territorio de la ciudad de Buenos Aires y dejó la provincia sin su capital.
Dos años más tarde, el domingo 19 de noviembre de 1882, el gobernador Dardo Rocha fundaba La Plata como nueva capital de la provincia.
Las dos ciudades cabeceras, aunque nacidas como rivales políticas, estaban hermanadas en el protagonismo de ese salto de la Argentina hacia la modernidad.
Las intervenciones que reconfigurarían una nueva Buenos Aires, por un lado, y el proyecto de La Plata, por el otro, se fueron construyendo a la par, cada una con sus características, pero con claras evidencias de mutua influencia, y sirvieron como campo de experimentación para intervenciones urbanísticas de avanzada.
La Plata, concebida para ocupar un territorio vacío y bajo los preceptos higienistas decimonónicos, fue el ejemplo más acabado de la “ciudad ideal”. Luego de evaluar varias propuestas, se decidió emplazarla en las lomas de la Ensenada como futuro centro urbano y sacar provecho de la boca del río Santiago como puerto de ultramar.
Esta empresa a la que se aventuraban los hombres de Rocha, estuvo fuertemente influida, además, por ideas masónicas, ya que la mayoría de sus protagonistas, incluido el gobernador, pertenecían a distintas logias de esa sociedad secreta. Esta inspiración no se redujo sólo a las ideas, sino que dejó huellas visibles en la materialización de la ciudad.
El diseño y la construcción de la nueva capital fueron encargados al Departamento de Ingenieros, bajo la orientación del ingeniero y arquitecto Pedro Benoit, que fue designado Director Ejecutivo de las Obras de La Plata.
Este organismo fue responsable del diseño del casco fundacional, para lo cual tomó como referencia las retículas de Chicago y Filadelfia, las reformas de antiguas ciudades italianas –Turín, Bolonia, Génova– y las diagonales de Karlsruhe, Bavaria.
El casco fundacional se compone de un sistema modulado de plazas y parques, dentro de una trama de manzanas cuadradas, con un doble sistema de diagonales y bulevares a lo largo de 27 km2.
El trazado original se completó con el diseño del ejido, que abarca zonas de quintas y chacras para el abasto de la ciudad. Paralelamente, se anexaron el pueblo preexistente de Tolosa y el casco de la estancia de Martín Iraola, para conformar un bosque urbano que complementaba los espacios verdes y la profusa vegetación proyectada.
Esta estancia, propiedad de la familia Iraola desde 1861, contaba con un importante parque donde predominaban los eucaliptos surgidos de las semillas que Sarmiento había entregado a sus allegados.
Se estima que, para el año 1877, el número de ejemplares plantados alcanzaba la cifra de 97.000 y convivían con numerosos robledales. Las tierras fueron expropiadas para crear un espacio verde de 280 hectáreas, inaugurado el lunes 5 de junio de 1882 bajo el nombre de Paseo del Bosque.
Desde sus inicios, “el bosque” se convirtió en el lugar de recreación de la incipiente sociedad platense. Obra del ingeniero Nazario Robert, su lago artificial, enmarcado en la rica vegetación, fue escenario de largas caminatas y paseos en bote. Frente a él se destacaba “la gruta”, verdadero laberinto de cemento calado por diferentes “cuevas”.
En diciembre de 1882, el gobierno encargó al ingeniero español Joaquín Maqueda la construcción de un hipódromo, que fue inaugurado en el bosque dos años más tarde, el domingo 14 de septiembre de 1884.
En 1883, a instancias del gobernador Dardo Rocha, habían comenzado las obras del Observatorio Astronómico, que se convirtió en la primera pieza del actual campus de estudio de la Universidad Nacional de La Plata.
Los planos fueron encargados a Pedro Benoit, quien apeló al estilo arquitectónico neoclásico, coherente con los edificios públicos planificados para la nueva capital provincial. Fue concebido de planta rectangular, con tres puertas de acceso bien definidas.
Muebles, frisos y otros elementos ornamentales constituyen muestras de su valor arquitectónico e histórico. El conjunto se complementa con construcciones aisladas que contienen los distintos instrumentos de observación.
Cercano al Observatorio se levantó el Museo de Ciencias Naturales, que fue creado en 1884 a partir de la propuesta del Perito Moreno, quien donó su colección privada como primer acervo museístico.
Obra del arquitecto alemán Federico Heynemann y del sueco Enrique Åberg, fue concebido bajo los dictados del estilo neoclásico e inaugurado durante los festejos del cuarto aniversario de la fundación de la ciudad.
La planta de forma rectangular remata con dos hemiciclos en sus extremos. Se accede por un imponente pórtico con seis columnas corintias, custodiado por dos esculturas que representan esmilodontes, obra del escultor veneciano Víctor De Pol.
En su ornamentación conviven elementos de la cultura de la América precolombina con líneas griegas, lo que le da un carácter único. La composición se enriquece con una serie de 12 bustos realizados por De Pol, distribuidos en hornacinas, que representan a destacados naturalistas y personalidades de los siglos XVIII y XIX.
El conjunto se completó con los jardines Zoológico y Botánico, de 17 hectáreas, creados hacia 1890. El emplazamiento continuo de estas tres instituciones demuestra el espíritu y los anhelos con que se fundó la “Nueva Capital”.
Se trataba de proponer en el bosque, espacio recreativo por excelencia, un recorrido didáctico que explicara la relación del ser humano con su medio ambiente. En el Observatorio se lo involucraba con el cosmos; en el Museo, con las especies del pasado y, finalmente, en el Jardín Zoológico, con los otros seres vivos.
Entrado el siglo XX, se agregaron nuevas edificaciones al Bosque, como los estadios de los clubes Gimnasia y Esgrima y Estudiantes de La Plata, y otras Facultades, que hicieron que las 280 hectáreas originales se vieran reducidas a 110 en la actualidad.
La Avenida 1, proyectada sobre un antiguo camino utilizado por tribus araucanas y guaraníes, pobladores originarios de estas tierras, estableció el límite entre el Paseo del Bosque y el casco de la ciudad.
La presencia de un importante arco marcaba el principio del Eje Monumental, especial configuración urbana que definían las avenidas 51 y 53. En él se iban a encolumnar los principales edificios públicos, intercalados con manzanas destinadas a viviendas y comercios.
Este Eje no conformaba un centro cívico donde los edificios monumentales son remate de una gran perspectiva, sino que proponía un recorrido jalonado por los grandes palacios a la manera de la Ringstrasse de Viena o la Isla de Los Museos de Berlín.
Dos plazas principales agruparon los edificios que corresponden a cada nivel gubernamental. La “Plazoleta del Ferrocarril” o “Plaza de la Legislatura” –actual Plaza San Martín– reunía los edificios vinculados con el Gobierno Provincial, y la “Plaza Principal” –actual Plaza Moreno–, los gobiernos de carácter local.
Se realizó un llamado a concurso internacional con bases detalladas y presupuesto ajustado, para el diseño de los principales edificios públicos, de los cuales sólo dos fueron adjudicados: la Legislatura y la Municipalidad.
La Plazoleta del Ferrocarril, inaugurada en 1882, recibió este nombre porque, adyacente a ella, se encontraba la Estación del Ferrocarril del Oeste, denominada “19 de Noviembre”, cuyo diseño estuvo a cargo del arquitecto italiano Francesco Pinaroli. De estilo ecléctico, combinaba elementos del neorrenacimiento italiano y fue inaugurada el martes 30 de agosto de 1887.
Esta terminal ferroviaria estuvo activa hasta 1903, cuando, a causa del incremento de servicios, se decidió trasladarla a la Avenida 1 y Diagonal 80, donde funciona la actual estación del Ferrocarril General Roca. La vieja estación sirvió para distintos usos hasta convertirse en el actual y hermoso Centro Cultural Dardo Rocha.
La Plazoleta del Ferrocarril adoptó diferentes denominaciones. En 1901 tomó el nombre de Plaza de la Primera Junta y estaba proyectada la inclusión del monumento a los Revolucionarios de Mayo.
Este monumento iba a contener nueve esculturas de mármol compradas en Florencia y realizadas por el escultor Pietro Costa, pero no llegó a realizarse, y fueron reemplazadas por un complejo estatuario con figuras de los miembros del Primer Gobierno Patrio.
En 1914 fue demolido, sus estatuas fueron destinadas a distintas plazas de la ciudad y esto permitió la construcción de un monumento al General San Martín. Así, la plaza tomó el nombre del Libertador.
Justo enfrente, sobre la calle 6, en 1883 comenzó la edificación de la Casa de Gobierno, encargada al arquitecto belga Jules Dormal. De estilo neorrenacentista con influencia flamenca, se resolvió en dos plantas y mansarda.
Sus fachadas se caracterizan por la combinación de paños de ladrillo a la vista y partes con revoques en piedra París. Se accede por una portada monumental de triple arco romano, sobre la cual se levanta un pórtico de cuatro pares de columnas que cierran el balcón cubierto; inicialmente sostenían un pequeño torreón central con cúpula, que luego fue demolido.
La distribución interna es simétrica y consta de dos alas que rodean patios interiores, en las que se reparten oficinas y despachos de la gobernación. Por medio de un patio central se vincula con la residencia del gobernador, cuyo frente da a la calle 5.
Como contrapunto de la gobernación, sobre la Avenida 7, se construyó el edificio de la Legislatura Provincial. Fruto del llamado a concurso internacional, fue adjudicado a los arquitectos Hägemann y Heine.
Ocupa el centro de la manzana, rodeada de jardines ornamentales, y contiene los recintos de Diputados y Senadores junto con salones protocolares y oficinas. Todo el volumen se resume en un gran pórtico mayor como entrada principal al edificio, denominado “Puerta del Pueblo”, que conduce a un hall con una importante escalera.
Sobre las avenidas 51 y 53, otros pórticos dan acceso a cada una de las Cámaras. De estilo neoclásico, se reafirma con una gran mansarda de tipo germánico, rasgo característico de la arquitectura alemana de la época.
Seis cuadras más arriba, en la Avenida 13, se emplazó la Plaza Principal, rebautizada en 1901 Plaza Moreno, en homenaje al secretario de la Primera Junta. Contaba con 7,2 hectáreas de superficie y fue el escenario de los actos fundacionales.
En su centro, que coincide con el centro geográfico de la ciudad, se halla la Piedra Fundacional. Debajo de ella se construyó una cripta donde fueron depositados documentos, herramientas y botellas de champagne como legado a la generación del primer centenario.
En 1982, la cripta fue abierta y se rescataron los bienes con un alto grado de deterioro debido a filtraciones de agua. A su vez, en esa ocasión se procedió a colocar una serie de objetos y un mensaje como legado a las generaciones futuras.
La primitiva Plaza Principal contaba con un monumento en forma de pirámide con la estatua de la Libertad en su cúspide y, en su base, la de Mariano Moreno. Demolido en 1910, y trasladada la representación del prócer a la ciudad de Pergamino.
Hubo que esperar hasta 1999 para que fuera reemplazada por otra figura alegórica, obra del escultor platense Dalla Lastra. A lo largo de la historia, el diseño de la plaza fue objeto de varias remodelaciones, siempre con respeto a una ajustada simetría.
Frente a Plaza Moreno, sobre la calle 12, se encuentra el Palacio Municipal. Proyecto del arquitecto alemán Hubert Stier, ganador del concurso internacional, su construcción comenzó en 1883 y fue confiada al arquitecto Ernst Meyer, quien demoró más de un lustro: se inauguró en 1888.
Concebido dentro del estilo Renacimiento alemán, se desarrolla a partir de un eje central reafirmado por una torre-reloj que sirve de acceso a un hall donde una imponente escalera lleva al Salón Dorado.
En este salón de actos, como buen ejemplo del eclecticismo, se recrean motivos de diverso origen con un lenguaje compuesto de pilastras, arcos, columnas y bóvedas completamente recubiertos de estucos, pinturas decorativas. El conjunto se complementa con importantes vitrales.
El Palacio Municipal alberga la sede del Departamento Ejecutivo y del Concejo Deliberante, resuelto en un hemiciclo rodeado de galerías y terrazas y flanqueado por dos pabellones macizos que componen la contrafachada sobre la calle 11.
Frente al Palacio Municipal, sobre la calle 14, se construyó la iglesia Catedral. Declarado desierto el concurso, el anteproyecto pertenece al ingeniero Pedro Benoit y el diseño definitivo al arquitecto Ernst Meyer, con la colaboración del arquitecto Emilio Coutaret.
En su construcción destaca el uso del ladrillo, con elementos de los estilos gótico y románico, que dan como resultado una original composición. Su interior se compone de una nave principal y dos laterales con el crucero de transeptos cortos, culminados en ábsides, y coronadas por un cimborrio de forma octogonal.
El piso pulido a espejo fue realizado en piedra granítica procedente de Olavarría (rosado), Calamuchita (negro) y San Luis (gris). La iluminación natural, tamizada por 89 ventanales –de los cuales 37 son vitrales procedentes de Alemania y Francia con escenas bíblicas–, es intensa, aunque de sutiles tonos.
Se destacan los cuatro confesionarios construidos en roble de Eslavonia por José Shenke y la importante sillería del Coro de Canónigos, realizada por el escultor tirolés Leo Mahlknecht.
La imaginería en tallas de madera fue encargada al escultor tirolés Leo Moroder. En la cripta de la Catedral se encuentra el mausoleo donde descansan los restos del fundador Dardo Rocha y su esposa, Paula Arana.
En su exterior, más que la expresión del esqueleto estructural, se imponen destacados juegos formales de sólidas masas de mampostería, donde los contrafuertes se transforman en pilares de gran porte y los pináculos en anchos torreones. La fachada se completa con una aguja y dos torres.
La Catedral no fue la primera iglesia de La Plata: el honor le correspondió a San Ponciano, sobre la calle 48, donde las primeras misas se celebraron a finales de 1883. Lleva ese nombre en honor a Ponciano Rocha, hijo de Dardo que murió ese año, siendo niño aún.
Se dice que era el “preferido” de su padre y que lo acompañaba en sus recorridas por las obras de la ciudad. En una segunda etapa se construyó la torre campanario.
A lo largo de las avenidas 7 y 13, perpendiculares al Eje Monumental, se emplazan edificios de alto valor patrimonial. En la primera se destacan el Banco Provincia, el Banco Nación, el ex-Banco Hipotecario y la Presidencia de la Universidad Nacional de La Plata, y en la segunda, el Palacio de Justicia y la Dirección General de Escuelas.
La creación de La Plata fue la gran empresa urbanística de la Generación del 80. La “nueva ciudad” fue un ejemplo de vanguardia, como quedó demostrado en la Exposición Universal, celebrada en París en 1889, cuando fue distinguida con el premio a la ciudad más moderna.
Domingo Faustino Sarmiento, luego de visitar La Plata, escribió: “Ustedes lo ven en La Plata: es una ciudad ideal, de amplitudes grandiosas donde antes había estrecheces, dotada de palacios para cada función del organismo; pero plazas, estaciones, avenidas, capitolios, bancos, bibliotecas, tan vastos que se ve que no es para el presente que se construyeron, sino para una generación venidera y una gran ciudad presunta”. Fuente: Diario La Nación.