
Muchas veces, ese impulso de agarrar algo para comer entre comidas no responde a un hambre real, sino a emociones. Así lo explica Júlia Farré, nutricionista del centro de dietética que trabaja para cambiar la relación con la comida y ayudar a que no te sientas culpable después.
1. Identificá el tipo de hambre que tenés
Antes de picar, preguntate: ¿realmente tengo hambre física o es un hambre emocional? El hambre física aparece de forma progresiva y se calma con alimentos nutritivos. El hambre emocional es repentino y suele ir acompañado de ganas de comer cosas dulces o grasosas, aunque no las necesitemos. Reconocer esta diferencia es clave para no caer en el picoteo.
2. Respirá profundo y con conciencia
Cuando el hambre emocional se manifiesta, la mente pide comida, no el cuerpo. Una técnica sencilla que recomienda la nutricionista es respirar profundo durante un par de minutos. Esto ayuda a calmar la ansiedad y evita decisiones impulsivas que después generan culpa.
3. Anticipate a las situaciones de riesgo
¿Notaste que picás más en el trabajo o cuando llegás a casa? Llevar un diario donde anotás qué comés, cómo te sentís y qué pensás, te puede ayudar a detectar cuándo y por qué te dan ganas de picar. Así, podés preparar estrategias para esos momentos.
4. Cambiá el picoteo por actividades que disfrutes
El picoteo está ligado a buscar placer rápido. Por eso, en lugar de prohibirlo, probá reemplazarlo por otras cosas que te gusten: un baño relajante, salir a caminar o charlar con un amigo. Así, aprendés a responder a tus emociones sin usar la comida.
5. Aprendé de las recaídas sin culparte
No siempre se puede evitar el picoteo y eso está bien. Lo importante es no castigarte cuando pasa, sino analizar qué pasó para hacerlo distinto la próxima vez. La clave es ser amable con uno mismo y entender que es un proceso.
Con estos cinco trucos de la mano de una experta nutricionista, podés empezar a cambiar tu relación con la comida y evitar el picoteo entre horas sin sentir culpa ni frustración.