
Desde que Joaquín Guzmán Loera, más conocido como El Chapo, fue extraditado a Estados Unidos, hay una pregunta que no deja de sonar: ¿cómo está hoy? Aunque pocos tienen acceso a su celda en la prisión más temida del mundo, algunos documentos y testimonios revelan detalles impactantes. Y lo más fuerte no es lo que dice su defensa... sino lo que muestran los informes médicos.
Ya en 2016, mientras estaba preso en Ciudad Juárez, un peritaje médico reveló un deterioro físico y mental preocupante. El Chapo decía que no podía dormir, que lo vigilaban las 24 horas, incluso cuando iba al baño. Tenía la luz prendida siempre y le costaba hablar y moverse. “Prefiero que me peguen antes que no dormir”, le dijo al perito.
Con síntomas como alucinaciones, pérdida de memoria, baja presión y nistagmo, se documentó una caída clara en su estado de salud. Según la prueba MINI, tenía deterioro cognitivo leve, y la prueba del reloj confirmó fallas en la planificación mental. Todo esto mucho antes de llegar a la ADX Florence.
Desde 2017, Joaquín Guzmán Loera está encerrado en la cárcel de máxima seguridad de Estados Unidos. En una celda de menos de 4 metros cuadrados, sin contacto con otros presos y bajo el régimen de Medidas Administrativas Especiales, su situación empeoró.
Su familia, a través de su defensa, contó que sufre de hipertensión, ansiedad, insomnio, dolores de cabeza y calambres musculares. Le dan Lisinopril para la presión y otras pastillas para calmar la ansiedad. La ventilación deficiente hace que le palpite el corazón más de lo normal, y ya tuvo hongos que le hicieron perder las uñas de los pies. En sus palabras, “el trato es cruel e injusto”.
En 2023, la defensa del capo pidió su repatriación basándose en el tratado entre México y EE.UU. de 1977. Argumentaron que su salud mental se está deteriorando por el encierro extremo. En 2025, un juzgado aceptó analizar el caso, pero no obligó al Gobierno a actuar. Por ahora, El Chapo sigue en la ADX Florence, solo, sin ver a su esposa ni a sus hijos.
El estado de salud de Joaquín Guzmán Loera no solo refleja el impacto del aislamiento extremo, sino que abre el debate sobre los límites del castigo y los derechos humanos. Aunque fue líder del Cártel de Sinaloa, el encierro en estas condiciones despierta preguntas éticas que trascienden su historia criminal.
El tiempo dirá si logra volver a México. Pero una cosa ya es clara: la prisión más segura del mundo también puede quebrar al preso más famoso del siglo.