
¿Te pasó que arrancaste una dieta baja en calorías con todas las pilas, pero al poco tiempo sentiste que te bajoneaste sin razón? No sos el único. Un estudio de la Universidad de Toronto acaba de encender una alerta sobre el posible riesgo de depresión asociado a este tipo de planes alimentarios.
Enseguida te contamos qué descubrieron los investigadores. Pero primero, pensá esto: ¿vale la pena perder unos kilos si te cuesta la sonrisa?
Según el análisis, publicado en la revista BMJ Nutrition Prevention & Health, quienes siguen dietas bajas en calorías mostraron más síntomas depresivos que quienes no están a dieta. Y eso no es todo: el efecto fue más fuerte en personas con sobrepeso y en hombres.
El trabajo incluyó datos de más de 28.500 personas que participaron de una encuesta de salud y nutrición en Estados Unidos entre 2007 y 2018. Todos completaron un cuestionario para medir su estado de ánimo y declararon si estaban siguiendo alguna dieta.
Los resultados fueron claros: los que reducían calorías presentaban más señales de depresión. Las dietas que eliminan nutrientes clave —como carbohidratos o grasas saludables— también mostraron efectos negativos. Y si bien el impacto fue más evidente en varones y personas con sobrepeso, cualquier tipo de restricción alimentaria afectó el ánimo en general.
El equipo liderado por el Dr. Venkat Bhat, psiquiatra de la Universidad de Toronto, explicó que al reducir calorías, el cuerpo recibe menos nutrientes esenciales para el cerebro, como la glucosa (carbohidratos) o los omega-3 (grasas buenas). Esto puede alterar funciones cerebrales básicas y empeorar el estado de ánimo.
Además, si hacés una dieta y no ves resultados, o si bajás de peso pero después volvés a subir, ese “efecto rebote” también puede generar frustración y tristeza.
Es cierto que antes se decía que bajar de peso mejoraba el ánimo. Pero esos estudios eran en condiciones controladas, con nutricionistas y dietas bien equilibradas. En la vida real, las dietas suelen ser desbalanceadas, mal guiadas o extremas, lo que aumenta el riesgo de depresión, según los investigadores.
La conclusión no es dejar de cuidarte, sino repensar cómo lo hacés. Si estás considerando una dieta, no arranques por tu cuenta. Consultá con un profesional de la salud que te acompañe con un plan seguro, nutritivo y realista.
Porque tu estado de ánimo también importa. Y si sentís que algo no anda bien mientras hacés una dieta, no lo ignores.
¿Vale la pena sentirse mal para bajar de peso? La respuesta no es simple, pero ahora tenés más información para decidirlo con la cabeza y el corazón.