14/06/2025 - Edición Nº5215

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Misiones lunares privadas: Japón vuelve a intentarlo con resiliencia

12/06/2025 15:00 | ¿Qué lleva a un país a volver a la Luna después de estrellarse? Esa es la pregunta que sobrevuela cada maniobra de ispace, la empresa japonesa que este mes apuesta todo con Resilience.



¿Qué lleva a un país a volver a la Luna después de estrellarse? Esa es la pregunta que sobrevuela cada maniobra de ispace, la empresa japonesa que este mes apuesta todo con Resilience, su misión robótica privada más ambiciosa. Y sí: si logra alunizar, marcará un antes y un después. Pero lo más interesante no es solo el destino, sino lo que lleva a insistir.

Hace dos años, la primera misión de Japón terminó mal: un error de cálculo provocó que el módulo se estrellara al intentar aterrizar. En lugar de bajonearse, la firma decidió volver. Y no con cualquier nave: eligieron nombrarla Resilience (“Resiliencia”), como forma de contar lo que representa este segundo intento.

Esta nueva nave no está sola. Lleva un pequeño rover de 5 kilos llamado Tenacious, desarrollado por la Agencia Espacial Europea. Está hecho con plástico reforzado y va equipado con una cámara HD y una mini pala para estudiar el suelo lunar. El objetivo: moverse con precisión, recolectar datos y enviarlos a la Tierra.

Pero el camino fue largo. Mientras otras naves bajan directo, Resilience eligió una ruta de baja energía. Tardó varios meses en llegar y recién el 6 de mayo entró en órbita lunar. El intento de alunizaje está previsto para hoy a las 16:17 hora argentina. El lugar elegido: Mare Frigoris, una llanura del hemisferio norte de la Luna.


La apuesta técnica y simbólica


La misión no es solo ciencia: también hay arte. Entre los instrumentos viaja una casita roja, diminuta, diseñada por el artista sueco Mikael Genberg. Se llama Moonhouse y es parte de una tendencia creciente: incluir elementos culturales en misiones espaciales para acercarlas al público.

El módulo también lleva tres experimentos:

  • Uno para probar un sistema que genera oxígeno desde agua lunar.

  • Otro para cultivar algas como posible alimento.

  • Y un medidor de radiación que ya viene registrando datos desde el lanzamiento.

Todos estos ensayos están pensados para probar cómo podríamos vivir y trabajar en la Luna.


Una nueva era en la Luna


Durante años, bajar a la Luna era algo reservado para las grandes potencias. Pero eso cambió. Ahora, empresas privadas como ispace toman la posta con naves más livianas, automatizadas y enfocadas en innovación. Lo hacen sin los gigantescos presupuestos estatales, pero con mucha ingeniería y decisión.

Estados Unidos, India, China y Japón encabezan esta nueva etapa. Algunos ya lograron descender con éxito; otros siguen probando. Pero cada intento suma experiencia, datos y herramientas para ir más lejos: primero bases en la Luna, después... Marte.


¿Por qué importa esta misión?


Porque simboliza más que un aterrizaje. Es la prueba de que el espacio dejó de ser un lujo y pasó a ser un terreno de trabajo real. Cada robot que se posa en el polvo lunar es una señal de que estamos aprendiendo a operar allá arriba.

Y Resilience lo dice desde el nombre: no se trata solo de llegar. Se trata de insistir, mejorar y volver. Como Japón, que en vez de rendirse, rediseñó todo y apostó de nuevo.

Ahora, con los ojos del mundo encima, queda ver si esta vez el aterrizaje será suave. Pero pase lo que pase, lo que ya aterrizó es una idea: la exploración lunar no es un recuerdo del pasado, sino el nuevo punto de partida.