20/06/2025 - Edición Nº5221

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El día que el ingeniero Santos disparó

19/06/2025 10:00 | Nunca más volvió a tocar un arma. Esa fue la decisión que tomó el ingeniero Santos después del mediodía trágico en el que, a sus 42 años, mató a dos delincuentes.



Nunca más volvió a tocar un arma. Esa fue la decisión que tomó el ingeniero Santos después del mediodía trágico en el que, a sus 42 años, mató a dos delincuentes que le habían robado el estéreo del auto. Lo que pasó aquel sábado de junio de 1990 todavía despierta debate. ¿Qué llevó a un profesional con vida tranquila a actuar de esa forma? Lo que ocurrió ese día cambió para siempre su historia.


El robo que desató todo


Todo empezó cuando Horacio Aníbal Santos, ingeniero químico de Villa Devoto, acompañaba a su esposa, la arquitecta Luisa López, en una compra en la galería de la calle Nueva York. Era cerca de las 11.30 de la mañana. Escuchó la alarma de su Cupé Fuego y corrió. Vio cómo uno de los ladrones salía con el pasacasete. Ya lo habían robado más de diez veces. Pero esta vez, explotó.

Justiciero o asesino? El ingeniero Santos, 30 años después: nunca más  volvió a portar un arma

Con Luisa en el asiento del acompañante, decidió seguir a los delincuentes, que escapaban en una Chevy dorada. Eran Carlos González, de 31 años, y Osvaldo Aguirre, de 29, conocidos como "El Pollo" y "El Topo". La persecución duró varias cuadras. En Pedro Morán y Campana, Santos los interceptó. Hubo miradas cruzadas. Uno de los ladrones se agachó en su asiento, y el ingeniero, creyendo que buscaba un arma, disparó dos veces con su revólver calibre 32. Los dos delincuentes murieron en el acto.


La justicia por mano propia


Tras el tiroteo, Santos volvió a su casa manejando a contramano. Estaba en shock. Su esposa, aterrada. Horas después, fue detenido en la Comisaría 45. Durante el juicio, su abogado sostuvo que el ingeniero sufrió una “alteración momentánea de las facultades”. El juez aceptó los informes médicos y lo liberó, aunque el proceso judicial continuó.

En 1994, fue condenado a 12 años por homicidio simple. Pero un año después, la Cámara del Crimen revocó esa sentencia y lo consideró culpable de exceso en la legítima defensa: tres años de prisión en suspenso. No volvió a pisar una celda.


El impacto en los medios y su vida después


El caso llegó a la televisión y generó un fuerte debate social. Incluso el entonces presidente Carlos Menem opinó públicamente. Mientras algunos lo llamaban “El Justiciero”, otros lo trataban de asesino.

En 2003, la justicia civil ordenó que Santos indemnice a la familia de Aguirre con 20 mil pesos. El reclamo por González se resolvió en otro expediente.

Años después, sufrió un nuevo intento de robo, pero esta vez la policía llegó a tiempo. Finalmente, el ingeniero Santos, junto a su familia, se mudó al norte del conurbano para buscar algo de paz.


¿Justicia o venganza?


Hoy, 35 años después, la historia sigue viva en la memoria colectiva. ¿Obró con justicia o se dejó llevar por la bronca acumulada? El debate sigue abierto. Lo cierto es que Horacio Aníbal Santos, un hombre común, tomó una decisión extraordinaria en un momento límite. Nunca más volvió a usar un arma. Pero tampoco pudo dejar atrás lo que pasó aquel sábado de 1990.