
¿Qué llevó a un ex militar a convertirse en uno de los criminales más perturbadores de Estados Unidos? La historia de Gary Heidnik, conocido como el predicador del horror, empieza con una infancia marcada por el maltrato, sigue con años de trastornos mentales, y culmina en un sótano de torturas y muerte en Filadelfia.
Pero la parte más escalofriante no es solo lo que hizo. Es cómo logró ocultarlo durante meses, incluso mientras su iglesia seguía creciendo.
Gary Heidnik nació en Ohio en 1943. De chico, fue víctima de violencia y abandono. Su padre lo humillaba colgando las sábanas cuando se hacía pis, y en la escuela lo cargaban por su forma rara de vestir y su cabeza deformada tras una caída.
A los 17 años se unió al ejército, donde fue diagnosticado con un trastorno esquizoide de la personalidad. Tras recibir medicación y una baja con honores, volvió a Estados Unidos con una pensión por invalidez. Ya tenía los primeros antecedentes psiquiátricos que marcarían su historia.
En 1971, fundó la United Church of the Ministers of God en Filadelfia. Empezó con cinco seguidores y poco dinero, pero terminó acumulando más de medio millón de dólares. ¿Cómo? Invirtiendo y manipulando mujeres con discapacidad mental.
Su primera víctima conocida fue en 1978. La justicia lo declaró culpable, pero salió libre en poco tiempo. Desde entonces, comenzó a planear algo mucho más macabro.
Entre noviembre de 1986 y marzo de 1987, Heidnik secuestró a seis mujeres. Muchas tenían discapacidad mental. Las encerró en un sótano, las encadenó, violó y torturó. Soñaba con tener una “familia perfecta” fuera del control del Estado. Quería embarazarlas a la fuerza.
Su forma de castigar era brutal: sumergía a las víctimas en una fosa, las electrocutaba o las colgaba por días. Una de ellas murió de hambre y fiebre. Heidnik descuartizó su cuerpo, hirvió la cabeza y sirvió su carne mezclada con comida para perros. Las otras mujeres fueron obligadas a comerla.
Gracias a la astucia de una de las secuestradas, Josefina Rivera, la policía llegó al lugar. Encontraron mujeres encadenadas, carne humana en la heladera y una cabeza hirviendo en una olla. El olor era insoportable.
En el juicio, su defensa intentó probar locura, citando sus antecedentes psiquiátricos. Pero la fiscalía mostró que era un hombre calculador, con inversiones exitosas y una falsa iglesia usada como negocio.
Gary Heidnik fue condenado y ejecutado en 1999 por inyección letal.