
Cuando bajan las temperaturas y la casa se pone fría, muchos se preguntan qué hacen sus gatos para mantenerse calentitos. ¿Buscan un lugar para dormir más abrigado? ¿Necesitan ayuda? ¿Qué dicen los expertos? La respuesta no es tan obvia como parece, y si convivís con un gato, esto te va a interesar.
Aunque tienen fama de independientes y resistentes, los gatos no son inmunes al frío. Algunas razas como el Siberiano o el Maine Coon están mejor preparadas por su pelaje, pero la mayoría de los gatos domésticos sufren con las noches frías, sobre todo si no tienen un buen lugar para dormir.
Los síntomas de que un gato está pasando frío son sutiles: duerme muy encogido, tiembla, se mueve poco o tiene las orejas y patas heladas al tacto. Si esto pasa, es una señal clara de que necesitás actuar.
El mejor lugar para que duerma tu gato en invierno es adentro de casa, lejos de corrientes de aire y humedad. Evitá dejarlo afuera, aunque tenga “acceso al garage” o al lavadero. No es suficiente.
Los expertos en comportamiento felino recomiendan ofrecerle a tu gato sitios elevados, como estantes o repisas. A los gatos les gusta estar en alto porque se sienten más seguros y calentitos. Colocar mantas gruesas, cajas con frazadas o camitas térmicas puede marcar la diferencia en su descanso.
Y si tu gato no se deja tapar con una manta, no insistas. Mejor preparale un rincón con cosas mullidas y abrigadas que él pueda usar como quiera.
Algunos sí. En las estaciones frías, el cuerpo del gato gasta más energía para mantenerse caliente. Esto puede llevar a que coma un poco más. Pero ojo: no es excusa para sobrealimentarlo. Lo ideal es consultar con el veterinario si hace falta ajustar su dieta.
Otra cosa clave: que siempre tenga agua fresca. En ambientes fríos, el agua puede enfriarse demasiado o incluso congelarse si está al aire libre.
En la mayoría de los casos, no. Salvo que sea una raza sin pelo como el sphynx, los gatos no necesitan ropa. Su pelaje ya cumple la función de protegerlos del frío. De hecho, ponerles abrigos puede estresarlos, limitar su movilidad y hasta interferir con su forma de limpiarse.
Tu gato siente el frío igual que vos. No lo subestimes. Asegurate de que tenga un lugar para dormir calentito, cómodo y seguro. Observá sus señales. Y si tenés dudas, consultá con expertos.