
¿Una sola bomba puede cambiar el curso de un conflicto nuclear? Lo que pasó hace unos días en Irán reavivó ese interrogante. El bombardeo de Estados Unidos sobre tres instalaciones nucleares volvió a poner en primer plano una herramienta bélica poco conocida, pero diseñada para esto: la bomba antibúnker GBU-75.
Lo que parecía intocable, dejó de serlo. Y la tensión escaló al máximo.
La GBU-75 es una bomba de precisión, especialmente creada para perforar estructuras subterráneas blindadas. No cualquier cosa: hablamos de instalaciones nucleares escondidas bajo montañas, capas de concreto y defensas naturales. Sitios como Fordow, en el corazón de Irán, que hasta ahora se creían inalcanzables.
Pero esta bomba, con más de 13 toneladas de peso, no es como las demás. Está pensada para destruir esos lugares escondidos que guardan secretos nucleares. Su diseño permite atravesar decenas de metros de roca antes de explotar. No necesita ser nuclear: su potencia radica en la profundidad a la que puede llegar.
Según Washington, el programa nuclear iraní estaba acelerándose más de lo esperado. Se detectó uranio enriquecido a niveles peligrosos. Y aunque hubo advertencias, inspecciones y negociaciones, la decisión fue directa: frenar el avance con un golpe quirúrgico.
Donald Trump, expresidente de Estados Unidos, lo confirmó en redes: se atacaron Fordow, Natanz e Isfahan, tres puntos clave en la cadena nuclear iraní. “Todos los blancos fueron destruidos”, dijo. El dato no menor: todos los aviones regresaron sin pérdidas.
La GBU-75 no es como otras bombas antibúnker anteriores, como la GBU-28 o la BLU-109. Es más potente, más precisa y solo puede ser lanzada desde un bombardero B-2 Spirit, un avión furtivo del que solo hay unos pocos en servicio. Eso le da a EEUU una ventaja que ningún otro país tiene hoy.
Pero también tiene limitaciones. Necesita condiciones muy específicas para ser usada: planificación extrema, cielos despejados de defensa antiaérea y rutas de reabastecimiento aéreo. No es una bomba que se lanza sin pensar. Se elige con pinzas cuándo y cómo usarla.
Irán ya salió a responder. Condenó el ataque y advirtió sobre una posible escalada en la región. El régimen habló de represalias “a nivel regional”, y muchos se preguntan si esto va a desatar una nueva ola de conflictos.
Mientras tanto, el resto del mundo mira con atención. Porque más allá del daño puntual a las instalaciones, lo que hizo esta bomba fue romper un mito: que las bases nucleares bajo tierra eran intocables.
Y si eso ya no es así, muchos países podrían empezar a repensar cómo, dónde y con qué se defienden.