
La industria frigorífica de Santa Fe está al límite. Pero hay un detalle que pocos están viendo y podría cambiar el precio de la carne más rápido de lo que pensamos.
Durante una entrevista con Chacra Agro Continental, Sebastián Bendayán, gerente de la Cámara de Frigoríficos de Santa Fe (Cafrisa), prendió la alarma: “Si no se recupera el stock ganadero, los precios podrían ajustarse”. Y esto no es una amenaza lejana. Es un problema que ya se está cocinando.
La sequía de los últimos dos años dejó una marca profunda: se perdieron entre 1,2 y 1,7 millones de cabezas de ganado. Esa baja en la cantidad de animales disponibles rompió el equilibrio entre lo que hay y lo que se demanda.
Bendayán explicó que muchos productores no pudieron alimentar al ganado y lo mandaron a faena antes de tiempo. Eso mantuvo los precios bajos por un tiempo. Pero ahora, el stock sigue sin recuperarse.
Y eso abre la puerta a un posible aumento. Aunque, aclara, “va a depender de si el consumidor puede convalidarlo. Hoy no hay plata circulante”.
Según Cafrisa, “la carne hoy es barata”, si se compara con su rendimiento como alimento. Pero el bolsillo no acompaña. Por eso, aunque hay posibilidad de que suba, no está garantizado que ese aumento se sostenga en el tiempo. Todo depende del consumo interno, que viene cayendo fuerte.
También influye la decisión del Gobierno de eliminar el peso mínimo de faena. Para la industria, esto podría afectar la calidad del producto. Pero como dijo Bendayán: “Si comercialmente conviene, se va a faenar igual más pesado”.
Afuera, los precios subieron. Pero Argentina no es competitiva. Las retenciones y el tipo de cambio la dejan atrás frente a países como Brasil, Uruguay o Australia, que están vendiendo más carne al mundo mientras acá los márgenes son cada vez más chicos.
Según Bendayán, hacen falta políticas ganaderas claras y de largo plazo. Hoy, Argentina tiene el mismo stock ganadero que hace 40 años, mientras que Brasil lo cuadruplicó. Si el negocio no rinde, el productor no invierte. Así de simple.
No. En promedio, los argentinos siguen consumiendo entre 115 y 120 kilos de proteína animal al año. Lo que está pasando es que se cambia el tipo de carne: más pollo, más cerdo, menos vacuna.
Y hay otro problema que encarece la faena: el cuero ya no vale como antes. Las curtiembres casi no lo compran, y eso encarece el costo de cada animal faenado.