

Parece ciencia ficción, pero un nuevo hallazgo de la Universidad de Stanford podría cambiar la forma en que envejecemos. Científicos lograron rejuvenecer células madre musculares en ratones, devolviéndoles la capacidad de regenerar tejido dañado y mejorar la fuerza. Pero lo más sorprendente es que lo hicieron con un solo tratamiento. ¿Y si esta técnica también funcionara en humanos?
Seguí leyendo, que esto recién empieza.
A medida que envejecemos, los músculos pierden fuerza, volumen y capacidad de regenerarse. Es lo que se conoce como sarcopenia, y afecta especialmente a personas mayores, aumentando el riesgo de caídas, fracturas y hospitalizaciones. Todo esto tiene que ver con el desgaste de unas células muy especiales: las células madre musculares.
Estas células están ahí para activarse cuando hay una lesión y generar músculo nuevo. Pero con el tiempo, se vuelven “sordas” a las señales del cuerpo. Ya no reaccionan como antes, y el músculo se deteriora cada vez más.
Un equipo de investigadores liderado por Yu Xin Wang, de la Universidad de Stanford, encontró una forma de “despertar” a esas células madre usando una molécula natural: la prostaglandina E2 (PGE2).
¿El experimento? En ratones viejos, simularon una lesión muscular y luego les dieron una dosis única de una versión estable de PGE2. Los resultados fueron sorprendentes:
El músculo se regeneró mejor.
Los ratones recuperaron fuerza.
El efecto se mantuvo en el tiempo.
Además, combinaron la PGE2 con ejercicio físico, lo que potenció aún más la recuperación.
Según Wang, el envejecimiento baja el volumen de la señal que activa a las células madre. Y encima, esas células se ponen como “tapones en los oídos”. La PGE2 actúa subiendo el volumen y sacando los tapones: las células vuelven a responder.
Pero hay más: las células no solo regeneran el músculo en ese momento, sino que quedan activas para el futuro, aumentando la capacidad de regeneración ante nuevos daños.
Aunque el estudio se hizo en ratones, la idea de rejuvenecer células madre musculares con una sola intervención abre un camino enorme para la medicina regenerativa. Si se logra aplicar en humanos, podría ayudar a:
Evitar caídas y fracturas en adultos mayores.
Mejorar la fuerza muscular.
Mantener la independencia y la calidad de vida por más tiempo.
Incluso, los investigadores creen que la PGE2 podría tener efectos en otros órganos, como el hígado, el intestino o el sistema nervioso.