

Si convivís con alguien que atraviesa una etapa difícil, seguro te preguntaste alguna vez: ¿esto me está afectando a mí también? La respuesta no es tan simple, pero sí urgente de entender. Lo que ocurre en el ánimo de una persona querida puede cambiar también el tuyo. No es magia, ni casualidad. Es un fenómeno real, y puede impactar de lleno en tu salud mental.
Quedate hasta el final porque esto puede ayudarte a reconocer señales invisibles que quizás ya estés sintiendo.
No se contagia como un resfriado. Pero sí se propaga. La tristeza, el desánimo o la irritabilidad pueden pasarse de una persona a otra, sobre todo en vínculos cercanos. Según la psiquiatra Alejandra Gómez, de la Asociación Psicoanalítica Argentina, esto se da por la influencia del entorno: “No hay virus ni bacterias, pero sí lazos emocionales que generan encierro y angustia compartida”.
Si estás mucho tiempo con alguien que sufre depresión, podés sentirte agotado, sin energía o incluso triste sin saber por qué.
El psicólogo Pablo Rafael Santangelo, de la Fundación Aiglé, explica que esto se llama contagio emocional. Es cuando, por empatía, tu cuerpo y tu mente empiezan a reflejar el malestar del otro. No se trata de ser débil ni de exagerar: es una reacción humana natural cuando compartimos espacios con personas que amamos.
Además, estudios científicos demuestran que en parejas, los síntomas de depresión pueden aparecer en ambos, incluso afectando el sueño, el apetito y las hormonas del estrés como el cortisol.
Estar al lado de alguien que querés y que sufre, duele. Pero hay señales que te indican que vos también necesitás apoyo:
Cambios de humor sin explicación
Irritabilidad o apatía
Dificultad para dormir o concentrarte
Sensación de estar absorbido por el malestar ajeno
Pérdida de interés en tus actividades
Si te sentís así, no lo ignores. Tu salud mental también importa.
Apoyar a un ser querido con depresión es un gesto enorme, pero no significa dejarte de lado. Alejandra Gómez recomienda que la familia o la pareja también pida ayuda profesional: “Hablar de lo que se siente es el primer paso para sanar”.
Santángelo sugiere estas claves:
Poné límites sanos: estar presente no significa estar disponible 24/7.
No intentes curar, acompañá: motivá a la persona a buscar tratamiento.
Cuidá tu rutina: mantené tus pasatiempos, amistades y espacios personales.
Validá lo que sentís: no te juzgues por frustrarte o sentirte mal.
La depresión puede no ser un virus, pero sí puede hacerse sentir en todo un círculo familiar. Por eso, si amás a alguien que la está pasando mal, no te olvides de vos. Cuidarlo también incluye cuidarte.
El primer paso es mirar hacia adentro. El segundo, pedir ayuda.