

Te pasó seguro: discutís con alguien, quizá una pareja, un amigo, y de repente… silencio. Nada. ¿Pero qué hay detrás de esa actitud? ¿Es enojo, manipulación, una forma de protegerse? Seguí leyendo porque lo que vas a descubrir te va a cambiar la forma de entender este tipo de situaciones.
Cuando una persona decide dejar de hablar después de un conflicto, no siempre lo hace para herir. Muchas veces, se trata de una forma de protegerse. Según la psicóloga Emma Trilles Layunta, especializada en psicología y gestión emocional, el silencio puede ser una reacción a sentirse herido, decepcionado o sobrepasado. No es que haya una intención de castigar, sino que la persona simplemente no sabe cómo seguir sin que todo empeore.
Hay quienes usan el silencio como una pausa. Prefieren esperar a que el enojo baje para poder hablar sin herir ni decir cosas de las que después se van a arrepentir. Es una especie de mecanismo de enfriamiento. En estos casos, lo que parece distancia puede ser un intento de cuidar la relación.
El problema aparece cuando el silencio se usa como herramienta para manipular. Algunas personas dejan de hablar a propósito para que la otra parte se sienta mal, culpable o insegura. En estos casos, estamos frente al famoso castigo del silencio.
Esto puede tener efectos muy negativos. La persona que lo recibe siente que hizo algo terrible, aunque no entienda bien qué. Se genera un clima de tensión, ansiedad y muchas veces se rompe la confianza. En vez de resolver el conflicto, se profundiza.
Sí, bastante. Emma Trilles Layunta explica que quienes usan el silencio como respuesta al conflicto suelen tener una baja tolerancia a la frustración, problemas para expresar lo que sienten o incluso miedo al rechazo. También puede haber inseguridad, poca habilidad para resolver problemas o una forma infantil de manejar el enojo.
No es que sean malas personas. Muchas veces es una respuesta automática. No aprendieron otra forma de reaccionar. Y ojo: no depende de la edad. Gente grande también lo hace.
Si sos vos quien se calla, o si te pasa que te dejan de hablar, la clave está en mejorar la comunicación. La idea no es hablar “en caliente”, sino buscar el momento adecuado para decir lo que sentís sin atacar.
Decí cómo te afectó el silencio. No para reprochar, sino para que la otra persona entienda que hay otras formas más sanas de enfrentar un conflicto. Hablar con empatía puede hacer la diferencia.