

¡Bienvenidos al “Portal del Cielo”! Literalmente. Con luces, butacas acolchadas y capacidad para 15.000 almas… y sus respectivas billeteras. No es un estadio para ver a Coldplay, pero por cómo se mueve la plata, bien podría ser el backstage del Lollapalooza espiritual.
En Chaco —una de las provincias más golpeadas por la pobreza estructural— florece una iglesia que, como por arte de magia (¿o contabilidad creativa?), enseña “finanzas sobrenaturales”. Así, con ese nombre que suena a curso exprés de Hogwarts pero con Biblia bajo el brazo.
El protagonista: Jorge Ledesma, pastor estrella de la Iglesia Cristiana Internacional. El hombre que no convirtió el agua en vino, pero sí 100.000 pesos en 100.000 dólares. Milagro que, atención, no fue certificado por el INDEC pero sí lo suficientemente llamativo como para que la Justicia Federal diga: "Che, ¿esto no huele raro?"
Como si esto fuera poco, traen a escena a Pedro Medina, un apóstol brasileño experto en economía celestial, que no viene con tasas del Banco Central, sino con “primicias” que no son spoilers de serie, sino la primera parte de tu sueldo que tenés que darle al pastor “porque sí”. O sea: vos cobrás, dividís por 30 y agarrás ese día de laburo para el sobre de bendición. Después, el pastor lo gasta en lo que quiera. Así, sin culpa. Porque es para Dios, pero lo disfruta él. Una especie de delivery de fe con propina obligatoria.
Y no termina ahí. El combo incluye diezmos, ofrendas, votos, siembras, caridades y hasta “ofrendas de sacrificio” (que no sabemos si implica dejar el Netflix o pagarle el gym al pastor). La lógica es simple: cuanto más das, más bendecido estás. Si seguís pobre es porque no diste suficiente. Básicamente, el capitalismo, pero con alabanzas.
Ahora, si estás pensando “che, esto suena a esquema piramidal con versículos”, no estás solo. La Justicia también lo pensó y abrió una investigación. Porque claro, construir un templo de entre 50 y 100 millones de dólares en una zona con hambre no es poca cosa. Al parecer, Dios también hace licitaciones.
En paralelo, esta iglesia se lleva bien con todos los colores políticos: justicialistas, radicales, y seguramente, extraterrestres si aportan a la obra. No importa quién gobierne, mientras dejen que la obra del Señor (y el cemento) continúe.
¿Y qué nos deja todo esto? Que la fe, usada con inteligencia (y un buen contador), puede levantar templos, mover influencias y convertirte en influencer espiritual. Mientras tanto, el resto del país sigue rezando, pero para que no le corten la luz.
Porque en Argentina, el milagro no es caminar sobre el agua. Es pagar el alquiler. Y si encima te piden el 3% del sueldo “por las dudas”, tal vez lo que necesitás no es un apóstol… sino un abogado