viernes 18 de julio de 2025 - Edición Nº5225

Opinión | 17 Jul

La AFA vende humo con “el regreso de los visitantes”

Fútbol para visitantes: barras y timing político, la jugada sucia de Tapia

En un país atravesado por la inseguridad y con barras más empoderados que nunca, Tapia anuncia el retorno paulatino del público visitante como si fuera una conquista histórica. ¿Casualidad que justo coincida con el regreso de Di María? En el fútbol argentino nada es casual. Y mucho menos inocente.


Por: Jonatan Anaquin

Sí, señores, como quien anuncia una promo de dos por uno en un supermercado, la AFA, bajo el ya insostenible liderazgo de Claudio “Chiqui” Tapia, sale a vendernos como gran noticia nacional el regreso paulatino del público visitante al fútbol argentino. Aplausos, bombos, platillos y algún que otro tuit celebratorio. Pero detrás de la pirotecnia mediática y el show, hay olor. Y no a choripán de cancha.

Porque seamos claros: la medida parece más un anuncio marketinero que una solución real a los problemas estructurales del fútbol argentino. Y, como suele pasar, llega en un momento demasiado conveniente. Justito cuando Ángel Di María confirma su vuelve a Rosario Central. ¿Casualidad? ¿Causalidad? o ¿Tapia busca recuperar legitimidad y titulares favorables? Todo indica que sí. El humo no viene de la tribuna, viene desde el sillón presidencial de la calle Viamonte.

Porque desde 2013 vivimos con un fútbol amputado. Una tribuna sola, hinchas locales gritándole a la nada. Un folclore sin contrapunto. ¿Y qué hizo la AFA en todo este tiempo? ¿Qué plan estratégico implementó para resolver el problema de fondo? Nada. Cero. Lo único que creció fue la caja de los barras, los negocios turbios disfrazados de logística, y la pasividad de los dirigentes que prefieren no agitar el avispero.

Y justo ahora, en 2025, con un país hundido en una de las mayores crisis de seguridad en décadas, sin recursos, sin planificación seria, y con los organismos de control al borde del colapso, a alguien en la AFA se le ocurre que es momento de reintroducir visitantes. Qué timing.

Porque no nos comamos el verso: los que siempre estuvieron en todas las canchas, sean locales o visitantes, son los barras. Esos sí que no necesitan autorización oficial. Manejan los accesos, deciden quién entra, quién vende patys y quién cuelga la bandera. Son los verdaderos dueños del circo.

Y ahora, con esta medida, se les vuelve a abrir la puerta de par en par. Micros “de larga distancia” para viajar, dicen. Sin paradas. Sin banderas grandes. ¿En serio? ¿Eso va a frenar a los tipos que cruzan provincias armados, se mueven con logística propia y manejan más guita que una PyME?

La famosa “prueba piloto” de Lanús vs Rosario es un experimento tan precario como peligroso. Los problemas no son los hinchas genuinos que quieren alentar a su equipo, sino los violentos que usan el fútbol como pantalla para negocios ilegales. Y Tapia lo sabe. Lo sabemos todos. Pero nadie se anima a ponerle el cascabel al barrabrava.

Países como Alemania, Inglaterra, incluso Brasil, conviven con las dos hinchadas en las tribunas. Sí, hay controles estrictos, presencia policial entrenada, sanciones reales. Allá no se negocia con barras, se los enfrenta. Se los expulsa. Acá, los invitan a la mesa, los abrazan y los aplauden. Les garantizan entradas y transporte. Todo con plata que sale del mismo bolsillo que paga los impuestos.

¿Queremos un fútbol más justo, más pasional, más auténtico? Perfecto. Empecemos por limpiar la dirigencia. Por terminar con los pactos de silencio. Por sacar a los violentos, no por habilitarles el regreso con moño.

La inseguridad no es un tema menor. La violencia social se palpa en cada esquina. Robos, ajustes, ausencia estatal. Y sin embargo, Tapia, perdón desde la AFA creen que ahora es el momento para meter a miles de personas visitantes en estadios, con controles precarios y con la promesa de que “esto es sólo el comienzo. No sabemos si es más irresponsable o delirante.

Porque si algo debería haber aprendido el fútbol argentino desde aquel fatídico 2013, es que no se juega con fuego. No se juega con vidas. Volver a tener público visitante debería ser una conquista del sentido común, no una jugada populista para recuperar prestigio perdido.

Y en el medio de todo esto, claro, Di María. Un tipo querido, profesional, que vuelve al país por amor a su club. Y que, sin querer, le sirve en bandeja a Tapia el pretexto perfecto para decir: “¡Miren qué lindo el fútbol argentino, vuelve Fideo y vuelven los visitantes!. Como si una cosa justificara la otra.

Usar su regreso como excusa emocional para reintroducir medidas polémicas es de una bajeza preocupante. La pasión no puede tapar la realidad. Porque esto no es una historia de redención. Es otra jugada de una AFA más preocupada por su imagen que por la integridad del espectáculo.

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