

La situación de Boca Juniors atraviesa un momento de máxima tensión. Luego de la derrota 1-0 frente a Huracán en el estadio Tomás A. Ducó, el equipo dirigido por Miguel Ángel Russo alcanzó 11 partidos consecutivos sin victorias, igualando así la peor racha histórica del club.
El impacto no fue solo deportivo. En las últimas horas, Rafael Di Zeo, histórico líder de La 12, publicó una amenaza directa al plantel a través de sus redes sociales. En su cuenta de Instagram compartió la frase: "A ver, a ver los jugadores si pueden oír, con la camiseta de Boca es ganar o morir", acompañada por los tradicionales colores azul y oro. El mensaje, cargado de intimidación, se viralizó rápidamente y aumentó el clima de violencia y presión que rodea al club.
Pero el caos también se hizo presente dentro del vestuario. El delantero Miguel Merentiel, enojado por una confusión en su sustitución, se retiró corriendo al vestuario, donde rompió un vidrio al dar un portazo. Aunque desde el club minimizaron el hecho y se comprometieron a hacerse cargo de los daños, el incidente evidencia el nerviosismo creciente entre los jugadores.
En paralelo, Marcos Rojo fue escrachado por un grupo de hinchas tras el partido, y el descontento se replica en las redes sociales. Mientras tanto, Juan Román Riquelme, presidente de la institución, vive su momento más difícil desde que asumió la gestión. Fuentes cercanas al club afirman que se estarían evaluando cambios inmediatos para intentar recomponer el rumbo deportivo y clasificar a la próxima Copa Libertadores, un torneo que Boca no disputa desde hace dos temporadas.
El clima interno es de total incertidumbre. Lo deportivo, lo institucional y lo social parecen converger en una tormenta perfecta que amenaza con hundir al club en una de sus crisis más graves del siglo.