viernes 1 de agosto de 2025 - Edición Nº5239

Información General | 3 Aug

Tortura en los Tudor: el aparato que comprimía el cuerpo hasta hacerlo sangrar

¿Cómo era posible que una máquina tan chica causara tanto dolor? En el centro de la Torre de Londres, en plena Inglaterra de los Tudor.


¿Cómo era posible que una máquina tan chica causara tanto dolor? En el centro de la Torre de Londres, en plena Inglaterra de los Tudor, hubo un aparato de tortura que no estiraba, sino que apretaba. Le decían la "hija del carroñero" (Scavenger’s Daughter), y aunque no es tan conocida como otros instrumentos de tortura, fue uno de los aparatos infernales más extremos del siglo XVI.


¿Qué era la hija del carroñero?


Este aparato fue creado durante el reinado de Enrique VIII, un rey famoso por romper con la Iglesia Católica. Su inventor fue Sir Leonard Skevington, teniente de la Torre de Londres, que también fue el que dirigía los interrogatorios a base de tortura. De ahí viene uno de sus nombres alternativos: Skevington’s gyves.

A diferencia de otros mecanismos de la época, la hija del carroñero no buscaba estirar el cuerpo como el potro, sino comprimirlo. Usaba un marco metálico en forma de “A” que obligaba a la persona a arrodillarse, mientras se le doblaba el cuerpo hasta aplastarlo. El resultado: fracturas, colapsos internos y sangre saliendo por todos los orificios del cuerpo.


¿Para qué se usaba?


Durante los reinados de Enrique VIII y Isabel I, la Inglaterra de los Tudor vivía cruzada por tensiones religiosas y miedo a las conspiraciones. Este tipo de instrumentos de tortura se usaban para castigar a católicos, traidores, rebeldes y cualquiera que se opusiera a la corona. La idea era quebrar tanto el cuerpo como el espíritu.


¿Quiénes la sufrieron?


Uno de los casos más recordados es el de Thomas Miagh, un irlandés encarcelado en 1580. Dejó una inscripción en la pared de la prisión que todavía se puede ver: “Por tortura extraña mi verdad fue probada, pero mi libertad me fue denegada”. También se cree que Edward Arden, familiar de la reina Isabel I, y el sacerdote Thomas Cottam pudieron haber sido víctimas del aparato.

Lo más impactante es que estas sesiones no eran públicas como las ejecuciones. Eran secretas, entre prisionero y verdugo. Por eso hay tan pocos registros… pero lo poco que quedó alcanza para imaginar el horror.


¿Dónde se puede ver hoy?


Hoy existen réplicas de la hija del carroñero en varios museos de Europa. Incluso hay una exhibida en la misma Torre de Londres, como parte del recorrido histórico. También aparece en series como The Tudors y en novelas de ficción histórica, como las de C.J. Sansom.


¿Por qué sigue importando?


Más allá del morbo, este tipo de aparatos infernales nos muestran hasta dónde puede llegar el ser humano cuando mezcla fanatismo, poder y miedo. La hija del carroñero no solo es un ejemplo de instrumentos de tortura, sino un símbolo de la violencia institucional que marcó a la Inglaterra de los Tudor.

Y aunque quedó en el pasado, todavía interpela. Nos obliga a preguntarnos: ¿cuánto dolor estamos dispuestos a justificar en nombre del orden o la fe?

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