

¿Por qué cada vez más hombres jóvenes parecen tenerle miedo al compromiso? ¿Es solo inmadurez o hay algo más profundo atrás? Este patrón emocional tiene nombre, y aunque no es un diagnóstico clínico, Enrique Rojas, psiquiatra español, lo viene estudiando hace rato: lo llama síndrome de Simón.
Y no, no tiene que ver con alguien que se llama así. Simón es un acrónimo que resume 5 rasgos muy comunes en algunos varones adultos que, pasada la treintena, siguen evitando cualquier tipo de responsabilidad afectiva.
Pero antes de contarte qué significa cada letra, te adelantamos esto: si notás que tus vínculos no duran, que todo lo emocional te incomoda o que preferís enfocarte 100% en vos, quizás sea hora de revisar algunas actitudes.
El síndrome de Simón es un rasgo emocional que describe a varones que priorizan su libertad, éxito personal y consumo por encima de las relaciones afectivas estables. No está en los manuales médicos, pero se usa para entender un fenómeno social cada vez más visible.
Según Rojas, este comportamiento se ve mucho en hombres jóvenes adultos, sobre todo a partir de los 30 años, cuando se espera que la vida emocional y profesional empiece a tomar forma. Pero muchos siguen “colgados” en una adolescencia emocional.
Cada letra del acrónimo describe una parte del perfil:
S (Soltero): Evita el compromiso emocional, busca vínculos breves.
I (Inmaduro): Tiene poca tolerancia a la frustración y poca capacidad para manejar emociones.
M (Materialista): Le da más valor a lo que tiene que a lo que siente.
O (Obsesionado con el éxito): Vive para lograr metas y necesita aprobación externa.
N (Narcisista): Todo gira en torno a sí mismo, le cuesta empatizar.
Detrás de todo esto está lo que Rojas llama pánico al compromiso: la idea de que comprometerse es perder libertad.
El problema de fondo no es solo la falta de compromiso, sino lo que trae:
Relaciones superficiales: Se repiten vínculos cortos, sin profundidad ni entrega real.
Soledad emocional: Aunque esté rodeado de gente, se siente solo porque no hay conexión verdadera.
Estancamiento emocional: No se avanza en empatía, autocuidado ni resiliencia.
Malestar psicológico: Estrés, ansiedad, vacío. Todo eso puede aparecer a largo plazo.
Sí. Pero no es mágico ni instantáneo. El primer paso es reconocer el problema. Aceptar que ese modo de vincularse quizás ya no funcione. Como dice Rojas: “Solo quien es libre es capaz de comprometerse”.
Algunas herramientas útiles para avanzar:
Observar las emociones propias. Saber qué sentimos y por qué.
Detectar patrones. ¿Siempre huimos cuando algo se pone serio?
Trabajar la inteligencia emocional. Psicoterapia, lectura o talleres pueden ayudar a crecer desde adentro.
¿Te sentiste identificado? No sos el único. Reconocerlo ya es un gran paso. Lo que viene después es animarse a cambiar, a conectar, y a entender que el compromiso no es una trampa, sino una forma real de construir algo que dure.