domingo 10 de agosto de 2025 - Edición Nº5248

Información General | 9 Aug

¿Por qué mentimos todos los días sin darnos cuenta?

¿Te parece que mentir está mal? ¿Y si te dijeran que vos también lo hacés, varias veces al día, sin darte cuenta? En esta nota te vas a enterar por qué mentir es parte de nuestra vida diaria.


¿Te parece que mentir está mal? ¿Y si te dijeran que vos también lo hacés, varias veces al día, sin darte cuenta? En esta nota te vas a enterar por qué mentir es parte de nuestra vida diaria, qué pasa en el cerebro cuando lo hacemos y por qué, aunque lo neguemos, lo usamos cotidianamente para convivir.

Spoiler: no todas las mentiras son iguales, y muchas tienen una función social.


Mentir es parte de la convivencia


Según la neuropsicóloga Lucía Crivelli, jefa del área de adultos en Fleni y doctora en Psicología, la mentira está metida en el día a día mucho más de lo que creemos. En una charla con Infobae, reveló que en los primeros diez minutos de charla con un desconocido, una persona puede decir hasta tres mentiras.

Mujeres en ciencia: Lucía Crivelli, Neuropsicología

Y no estamos hablando de grandes engaños. Muchas veces se trata de las llamadas “mentiras piadosas”: esas que usamos para evitar un conflicto, no incomodar o salir de una situación tensa.


¿Qué pasa en el cerebro cuando mentimos?


Mentir no es tan fácil como parece. Según Crivelli, el acto de mentir requiere activar varios procesos cerebrales a la vez. Tenés que crear una historia alternativa, inhibir la verdad, controlar lo que decís y, encima, pensar cómo lo va a recibir la otra persona. Todo eso implica usar creatividad, memoria y empatía.

Además, estudios muestran que cuando mentimos por primera vez, se activa la amígdala cerebral, que está relacionada con la culpa y el juicio moral. Pero cuanto más mentimos, menos se activa. Es decir: nos vamos acostumbrando.


¿Mentir es siempre con mala intención?


No. Y acá está la clave. Lucía Crivelli aclara que no toda falsedad es una mentira. Si decís algo incorrecto creyendo que es verdad, no estás mintiendo, estás equivocado. La diferencia está en la intención.

También hay que diferenciar entre mentiras blancas y mentiras maliciosas. Las primeras suelen ser “inofensivas” y buscan cuidar al otro o evitar un problema. Las segundas tienen un objetivo manipulador o dañino.


Mentir desde chiquitos


Entre los 2 y 3 años, los chicos ya empiezan a mentir, aunque sea de manera simple. Para Crivelli, eso muestra que ya entienden que el otro no sabe todo lo que ellos saben, y eso es parte del desarrollo de la mente.

Pero también remarca que, aunque mentir sea parte del crecimiento, la educación debe dejar en claro que no es algo correcto.


Mentir como pacto social


Puede sonar fuerte, pero Crivelli afirma que la mentira es parte del “contrato social”. ¿Qué significa eso? Que hay un acuerdo tácito entre el que miente y el que decide creer. Creemos en lo que el otro dice porque necesitamos confiar, aunque a veces sepamos que no es toda la verdad.

Incluso señala que no podemos decir “toda la verdad, nada más que la verdad”, porque eso es imposible. Siempre elegimos qué contar y qué no, muchas veces por cuidado, miedo o necesidad de mantener la paz.

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