

La Universidad Nacional de La Plata (UNLP) cumple 120 años y lo hace bajo la conducción de Martín López Armengol, presidente desde 2022, vinculado a la institución desde 1985. Para él, esta celebración es un honor personal y un hito institucional que obliga a pensar en “cómo adaptarse a un mundo cada vez más cambiante”.
Desde la implementación pionera del SIU Guaraní en la Facultad de Ciencias Económicas hasta proyectos de gran impacto como el tren universitario, el parque fotovoltaico y la fábrica de alimentos deshidratados, la UNLP se ha consolidado como protagonista del cambio social, no solo en La Plata sino también en el ámbito nacional y latinoamericano.
Uno de los ejes centrales para López Armengol es el impacto de la inteligencia artificial en la formación y en la gestión universitaria. “Estamos formando personas para trabajos que aún no sabemos cuáles serán”, advierte, destacando la necesidad de planificar carreras flexibles y de vincular la investigación con el sector productivo, a través de empresas de base tecnológica creadas por investigadores de la propia casa de estudios.
También señala que algunos oficios y profesiones desaparecerán, por lo que la universidad debe administrar este cambio con responsabilidad, evitando dejar atrás al capital humano.
En el plano económico, el presidente subraya la importancia de la Ley de Financiamiento Universitario, que ya cuenta con media sanción, y reclama un presupuesto real que permita no solo cubrir gastos, sino crecer. A su vez, advierte que la inflación y la falta de previsibilidad complican políticas clave como el Comedor Universitario y las becas nacionales, cuyos montos están desactualizados.
La crisis socioeconómica ha incrementado la deserción estudiantil, ya que muchos jóvenes deben dejar sus estudios para trabajar. “Hay toda una construcción socioeconómica que, cuando se deteriora, impacta directamente sobre los estudiantes”, remarca.
De cara al cierre de su mandato, López Armengol se muestra optimista: “Si tenemos la capacidad para seguir adaptándonos a los cambios, la UNLP va a seguir funcionando”. Para él, el secreto es claro: generar conocimiento útil para la sociedad y mantener la legitimidad social que ha permitido a la universidad atravesar crisis políticas, económicas y sociales durante más de un siglo