viernes 15 de agosto de 2025 - Edición Nº5253

Información General | 15 Aug

Leones de Tsavo: la leyenda oscura

08:00 |En las noches cálidas de Tsavo, un rugido lejano todavía eriza la piel. No es solo un recuerdo: es una historia que, más de un siglo después, sigue latiendo entre mito y realidad.


En las noches cálidas de Tsavo, un rugido lejano todavía eriza la piel. No es solo un recuerdo: es una historia que, más de un siglo después, sigue latiendo entre mito y realidad. Pero, ¿qué pasó realmente en 1898, cuando dos leones sin melena sembraron terror en la construcción de un tren? Lo que empezó como un misterio terminó convirtiéndose en una leyenda que cruzó el mundo.


El inicio de la pesadilla


En marzo de 1898, miles de obreros —en su mayoría indios traídos por el Imperio Británico— levantaban el ferrocarril que uniría Mombasa con el lago Victoria. La selva cedía a punta de dinamita, pero la amenaza no venía solo de la naturaleza.

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Al principio, una desaparición aislada no levantó sospechas. Luego, noche tras noche, hombres se desvanecían. Los bautizaron como El Fantasma y La Oscuridad. Casi nadie sobrevivía a un encuentro con ellos. Eran enormes, sin melena, y su silueta en la penumbra parecía salida de un mal sueño.


El terror en el campamento


Empalizadas, hogueras, patrullas nocturnas… nada detenía a los leones. Saltaban vallas, esquivaban trampas y arrastraban a sus víctimas lejos, dejando solo huellas de sangre. Los obreros dormían con armas improvisadas, y muchos huyeron del lugar convencidos de que estaban malditos.

Las cifras oficiales británicas hablaron de 28 muertos, pero relatos de la época aseguran que fueron hasta 135.


El cazador y la trampa


El ingeniero John Henry Patterson tomó la misión personal de detenerlos. Pasó semanas en emboscadas fallidas, hasta que en diciembre logró abatir al primero. El segundo resistió veinte días más, como si desafiara la lógica. Al final, ambos cayeron, pero la leyenda ya estaba escrita.


Entre mito y ciencia


Años después, análisis científicos revelaron que uno de los leones tenía una infección dental grave, lo que podría haberlo obligado a cazar humanos más vulnerables que sus presas habituales. La explicación no borró el aura mítica.

Hoy, sus cuerpos disecados están en el Museo Field de Chicago. Miles de personas los visitan, preguntándose si los rugidos de los relatos todavía resuenan en Tsavo.


Un eco que no se apaga


Para los descendientes de los obreros, el miedo sigue vivo. “Cuando escucho un rugido, el corazón se me para”, confiesa uno de ellos. El tren que llamaron “maldito” aún cruza la llanura, llevando consigo el eco de la historia de los leones que, entre Fantasma y Oscuridad, dejaron una cicatriz en la memoria de África.

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