

¿Qué lleva a tantos pibes a charlar con una inteligencia artificial como si fuera un amigo de toda la vida? La respuesta no es tan simple, y el último informe de Common Sense Media abre una caja de Pandora que preocupa a familias, escuelas y especialistas.
Según el estudio “Talk, Trust, and Trade-Offs: How and Why Teens Use AI Companions”, el 72% de los adolescentes en EE.UU. probó al menos una vez un compañero de IA. Se trata de sistemas diseñados para mantener conversaciones largas y generar la sensación de vínculo emocional. A diferencia de un asistente virtual, no están para decirte el clima o anotar un recordatorio: buscan ser “ese amigo” que siempre está.
El fenómeno crece rápido. Más de la mitad de los encuestados los usa de forma habitual; un 13% a diario y un 21% varias veces por semana. ¿Los motivos? El entretenimiento lidera con el 30%, seguido por curiosidad tecnológica (28%), pedir consejos (18%) y tener a alguien “disponible” todo el tiempo (17%). Un 14% valora la falta de juicios, y un 12% admite contarles cosas que no diría ni a amigos ni a familiares.
Pero la parte que enciende las alarmas es el uso para vínculos afectivos. Un 33% habla con la IA como “amigo” o “mejor amigo”, incluso en contextos románticos o de apoyo emocional. Y ojo: un tercio alguna vez eligió a la IA en lugar de una persona para tratar un tema importante, y uno de cada cuatro compartió datos personales como su nombre o ubicación.
La confianza en lo que la IA dice es moderada: la mitad desconfía, solo el 23% confía bastante o del todo. Los más chicos (13-14 años) tienden a confiar más que los de 15-17. Y aunque el 66% prefiere conversar con personas reales, un 31% siente que las charlas con IA son igual o más satisfactorias.
En el tiempo total, el 80% pasa más horas con amigos reales que con la IA. Sin embargo, un 34% vivió momentos incómodos por lo que la IA dijo o hizo. Casos extremos ya existen: desde pibes alentados a cometer delitos hasta un suicidio tras un vínculo emocional intenso con una plataforma.
El informe también marca un riesgo grave de privacidad: varias apps se quedan con licencia perpetua para usar y comercializar lo que el usuario escribe, incluso confesiones íntimas, aunque borre su cuenta.
Common Sense Media pide:
Escuelas con programas de alfabetización digital que expliquen cómo estas IA generan apego y que detecten señales de dependencia.
Empresas con verificación de edad fuerte, intervención humana en crisis y límites de uso.
Legisladores que fijen estándares de seguridad y sanciones.
Familias que charlen abiertamente y aclaren que la “validación” de la IA no reemplaza la de un vínculo humano real.
Por ahora, los compañeros de IA no desplazaron a las amistades de carne y hueso. Pero, con su popularidad y la facilidad de acceso, la pregunta es cuánto tardarán en convertirse en un actor todavía más influyente en la vida social de los adolescentes.