

Puertas que no llevan a ningún lado. Escaleras que terminan en techos. Pasillos laberínticos. Cuartos secretos. Y una mujer vestida siempre de negro que ordenó construir una casa sin parar durante casi 40 años. Detrás de este enigma hay una historia de dolor, superstición y millones de dólares. Pero… ¿cuál fue el verdadero motivo por el que Sarah Winchester nunca dejó de ampliar su mansión?
La Mansión Winchester, ubicada en San José, California, es una de las construcciones más extrañas del mundo. Tiene 161 habitaciones, más de 2.000 puertas y escaleras que no llevan a ningún lado. Fue levantada por Sarah Lockwood Pardee Winchester, heredera de la fortuna de la Winchester Repeating Arms Company, la empresa que fabricó el famoso rifle 1873, apodado “el arma que conquistó el Oeste”.
La vida de Sarah estuvo marcada por la tragedia. Perdió a su hija recién nacida, luego a su esposo y a su suegro en pocos años. Quedó sola, pero con una fortuna millonaria. Según cuenta la leyenda, una médium le dijo que estaba maldita por las almas de quienes murieron a causa de las armas Winchester, y que para salvarse debía construir una casa… y no detener las obras jamás.
En 1884, Sarah compró una vieja casa en California y empezó a reformarla. Durante 38 años, 22 obreros trabajaron sin descanso, día y noche, siguiendo las instrucciones que ella misma daba cada mañana. No había planos: las ideas las tomaba, dicen, después de sesiones espiritistas en un cuarto especial. Así nacieron puertas falsas, ventanas interiores, escaleras que suben al techo y chimeneas que no se usan.
Además de sus rarezas arquitectónicas, la Mansión Winchester fue reconocida en 1974 como Monumento Histórico Nacional. Hoy es un destino turístico que recibe miles de visitantes cada año. Muchos van por su historia, otros por los supuestos fenómenos paranormales que se cuentan. Hay quienes aseguran haber visto el reflejo de Sarah en los vidrios o escuchado pasos cuando no hay nadie cerca.
Algunos historiadores, sin embargo, creen que la viuda no estaba loca ni maldita. Dicen que amaba la arquitectura, que experimentaba con diseños y que la casa era su taller personal. Sea como sea, nunca dejó de construir hasta el día de su muerte, en 1922.
Desde que abrió al público en 1923, más de 12 millones de personas recorrieron sus pasillos y habitaciones misteriosas. Entre mito, leyenda y arquitectura, la historia de la dueña maldita y su laberinto sigue despertando curiosidad. Y aunque la respuesta a por qué lo hizo tal vez se haya ido con ella, la mansión continúa desafiando al tiempo… y a quienes intentan descifrarla.