

¿Alguna vez te preguntaste si los vegetales y frutas congelados realmente valen la pena para tu salud? Lo que muchos creen sobre la pérdida de nutrientes podría estar totalmente equivocado, y lo que viene te va a sorprender sobre cómo comer sano sin depender siempre de lo fresco del día.
Los expertos en bienestar destacan que la congelación puede preservar vitaminas y minerales, haciendo que los alimentos sean prácticos, accesibles y, en algunos casos, más nutritivos que los frescos que llegan tarde a tu mesa. La especialista en salud intestinal Gemma Stuart le contó a Women’s Health que “las verduras congeladas suelen ser igual o más nutritivas que las frescas que llevan días en transporte”.
El mito de que lo congelado es inferior tiene sus días contados. Las frutas y verduras alcanzan su mayor valor nutricional recién cosechadas, algo que rara vez ocurre con los productos frescos que compramos en el supermercado. En cambio, los alimentos destinados a congelarse se recogen en su punto óptimo y se congelan rápido, reteniendo sabor y nutrientes.
Las espinacas congeladas mantienen vitaminas A, C y K, hierro, folato y potasio. Cocinarlas elimina el ácido oxálico, que bloquea la absorción de hierro y calcio, lo que significa que comerlas congeladas y cocidas aprovecha mejor sus beneficios.
Las arvejas pierden nutrientes rápido tras la cosecha. Optar por arvejas congeladas asegura conservar proteínas, vitaminas y fibra. Cocinarlas al vapor mejora la digestión y potencia los antioxidantes.
Las moras congeladas conservan antioxidantes, fibra y vitaminas. Según Women’s Health, forman parte de la Dieta de la Metilación, vinculada al envejecimiento saludable, y permiten disfrutarlas fuera de temporada sin gastar de más.
El maíz congelado mantiene folato, tiamina, vitamina C, magnesio y potasio. Al cocerlo al vapor, se potencian antioxidantes como luteína y zeaxantina, claves para la salud ocular y de la piel.
El aguacate congelado conserva casi todos sus nutrientes y facilita preparaciones rápidas como batidos o salsas. Su consumo evita que se desperdicie fruta por maduración rápida.
Gemma Stuart recomienda técnicas simples: vapor o hervido breve para espinacas y arvejas; moras directas en postres o batidos; maíz como guarnición o ensalada; y palta en smoothies o salsas. Tener estos congelados en casa ayuda a comer sano, gastar menos y reducir desperdicio.
La clave es entender que los vegetales y frutas congelados no son enemigos de la nutrición: pueden ser aliados inteligentes para mejorar tu dieta diaria y mantener vitaminas y minerales en cada comida. Y si pensás que solo sirven para emergencias… espera a probar los beneficios de cocinarlos correctamente.