

¿Te pasó que te tirás a la cama y tu cabeza no para de dar vueltas? Dormir bien no es solo cuestión de cansancio: afecta tu humor, concentración y hasta la salud a largo plazo. Pero hay formas concretas de mejorar el sueño y lograr esa relajación profunda que tanto buscás.
Antes de probar técnicas específicas, conviene mirar tres cosas: tu rutina, tu ambiente y tus hábitos diarios. Mantener horarios regulares, evitar café o bebidas con cafeína cerca de la noche y crear un dormitorio oscuro y silencioso son pasos básicos que muchos subestiman.
Una de las estrategias más efectivas es el llamado método militar, desarrollado durante la Segunda Guerra Mundial para ayudar a aviadores a dormir en cualquier situación. Consiste en relajar rostro, hombros, brazos, piernas y despejar la mente durante unos segundos. Si tu cerebro no colabora, repetí mentalmente “no pienses”. Con práctica constante, esta técnica logra que el sueño llegue en minutos.
Otra técnica muy recomendada es la respiración 4-7-8, creada por el doctor Andrew Weil. La idea es inhalar por la nariz contando hasta 4, mantener 7 y exhalar por la boca durante 8. Repetí cuatro ciclos mientras estás acostado boca arriba y vas a notar cómo tu cuerpo entra en un estado de relajación profunda. Además de ayudarte a dormir, puede mejorar la presión arterial y la digestión.
Existen pasos simples pero efectivos que suman al descanso:
Respiración lenta y profunda: ayuda a bajar la actividad del cerebro que mantiene al cuerpo alerta.
Exposición a luz natural: levantarse a la misma hora y recibir sol activa el “reloj maestro” del cuerpo y prepara para dormir mejor por la noche.
Control de estímulos: usá la cama solo para dormir; si no podés, levantate y hacé algo tranquilo.
Baño tibio antes de dormir: ayuda a bajar la temperatura del cuerpo y envía la señal de que es hora de descansar.
Escuchá tu cuerpo: ocho horas son una referencia, pero lo importante es atender las señales naturales del cuerpo y no obsesionarse con el reloj.
Dormir mejor no es un lujo, es una necesidad. Aplicar estas técnicas y hábitos no requiere equipos caros ni medicación: solo constancia y práctica diaria. Y mientras probás estas estrategias, recordá que cada persona es distinta: lo que funciona para uno puede necesitar ajustes para otro. La clave está en encontrar la combinación que te permita alcanzar ese estado de relajación profunda y despertar renovado.