

¿Qué pasa cuando una interna de una cárcel bonaerense se convierte en estrella en redes sociales? La historia de Paola Galeano, conocida como la presa influencer, abre un debate incómodo: hasta dónde llega el límite entre la condena y la vida virtual.
Encerrada en la Unidad N°40 de Lomas de Zamora, Paola Galeano encontró una forma inesperada de sobresalir: grabar y subir videos de baile a TikTok y Facebook. Con uñas prolijas, filtros y coreografías ensayadas, fue ganando seguidores hasta convertirse en un fenómeno digital.
El dato que sorprende: más de 170 mil personas siguen sus publicaciones, y miles se conectan en vivo para verla. Todo esto desde una celda pintada de rosa, con televisor y música, pero también con las restricciones de una condena.
Entre quienes se topan con sus videos aparece siempre la misma duda: ¿Por qué está presa Paola Galeano?
La respuesta es directa: por asesinato. En 2014, aceptó un juicio abreviado y fue condenada a 13 años y 4 meses de prisión como partícipe necesaria de un homicidio en ocasión de robo. La víctima fue Carlos Alberto Gauna, asesinado en 2013 cuando intentaban robarle la camioneta.
Según la Justicia, Galeano cumplió un rol clave en el hecho. Ella nunca negó su participación, pero asegura que no fue la única implicada: “Había tres personas más conmigo, que nunca fueron apresadas. A mí me agarraron un año después”, relató.
Más allá del expediente, Paola Galeano decidió reinventarse desde la cárcel. “Después de tantos años encerrada, encontré en las plataformas digitales mi salida, mi libertad a través de una pantalla”, explicó.
Sus videos le generaron incluso propuestas de canjes y publicidades. “Es la forma en la que gano dinero legalmente, sin dañar a nadie”, sostiene, marcando la diferencia con prácticas ilegales que suelen darse en los penales.
El caso de la presa influencer encendió polémica. Por norma, los internos bonaerenses solo pueden usar WhatsApp para comunicarse con familiares, defensores o fines educativos. Pero Paola Galeano fue más allá, arriesgándose a sanciones al exponer su vida en redes abiertas como TikTok o Facebook.
El fenómeno creció con la pandemia: muchos presos pasaron de los motines a grabar contenidos “light” desde adentro. Hoy existen cuentas colectivas con miles de seguidores mostrando desde coreografías hasta festejos en pabellones.
Aun con las críticas, Galeano plantea un mensaje claro: “Yo apunto siempre a la reinserción. Si la cárcel sirviera no solo para castigar, sino para dar trabajo y educación, saldríamos preparados y no volveríamos a delinquir”.
Su condena terminará en un año. Mientras tanto, sus videos siguen sumando visitas y reavivando el debate: ¿puede una presa por asesinato convertirse en influencer y proyectar un futuro fuera de la cárcel?