

¿Sabías que hay alimentos que parecen estar bien guardados pero en realidad están en el peor lugar de la heladera? Mucha gente comete este error sin darse cuenta, y lo que parece comodidad termina acortando la vida útil de la comida. La intriga es clara: ¿cuáles son esos productos sensibles que nunca deberían estar en la puerta?
La respuesta está en algo que no se ve, pero pasa todo el tiempo: las variaciones térmicas. Cada vez que abrís la heladera entra aire caliente, y la puerta es la parte que más sufre esos cambios de temperatura. Por eso, aunque parezca práctico, ese espacio no es seguro para ciertos alimentos.
Organizar bien la heladera no es solo cuestión de orden, sino de salud. Los estantes internos y los cajones mantienen el frío estable, mientras que la puerta pierde frío más rápido. Esto puede favorecer el crecimiento de bacterias y arruinar la frescura de la comida.
Expertos del USDA remarcan que los productos sensibles, como lácteos, huevos y carnes crudas, necesitan frío constante para frenar la contaminación. Colocarlos en la puerta es arriesgarse a que duren mucho menos de lo esperado.
Leche: es muy delicada frente a los cambios de temperatura. En la puerta se corta más rápido. Lo ideal es guardarla al fondo de la heladera.
Huevos: aunque muchas heladeras traen hueveras en la puerta, ese lugar no conserva la humedad ni el frío que necesitan. Mejor en su caja original, en un estante interno.
Carnes y aves crudas: necesitan frío fuerte y parejo. Además, si pierden líquidos pueden contaminar otros alimentos. Siempre en recipientes cerrados, en los estantes de abajo.
Frutas y verduras frescas: en la puerta pierden sabor y se pudren antes. Los cajones con control de humedad son el lugar ideal.
Queso: requiere frío uniforme. Si lo dejás en la puerta se seca o toma gusto raro. Lo mejor es guardarlo en cajones para quesos o fiambres.
No todo está prohibido. En esa zona van bien los condimentos como kétchup, mostaza o mayonesa, además de jugos pasteurizados, gaseosas y agua. Estos productos resisten mejor las variaciones térmicas gracias a sus conservantes.
No la llenes demasiado, así el aire frío circula bien.
No metas comida caliente.
Abrila lo menos posible.
Limpiá cajones y estantes seguido para evitar contaminación cruzada.
Cuidar dónde guardás cada alimento es un detalle simple que marca la diferencia. Evitar que los alimentos delicados estén en la puerta es una forma práctica de ganar en salud, ahorrar plata y disfrutar la comida en mejor estado.