

¿Sabías que Teresa de Calcuta veía la muerte como el escalón más alto del ser humano? Su vida y sus decisiones siguen generando debates 115 años después de su nacimiento. Algunos la consideran un ángel por su obra con los más pobres, mientras que otros critican su fascinación por el dolor y su cercanía con poderosos. ¿Qué hay detrás de la imagen de esta monja que recorrió el mundo?
Agnes Bojaxhiu, su nombre real, nació en 1910 en Uskub, Macedonia del Norte. Desde chica, abrazó la fe católica con intensidad. A los 17 años dejó su hogar acomodado para ingresar en la orden de la Virgen de Loreto en Irlanda y luego trasladarse a la India. Allí descubrió su misión: ayudar a los más pobres de entre los pobres. Pidió permiso al papa Pío XII para fundar su propia orden, las Misioneras de la Caridad, y vistió siempre con el sari blanco de los más humildes.
En 1952 inauguró su primer hogar para moribundos en Calcuta, llamado Kalighat, donde la prioridad no era curar a los enfermos, sino permitirles “morir con dignidad” según sus creencias. La atención médica era mínima, pero la compañía y la fe ocupaban un lugar central. La monja explicaba: “Para personas que vivieron como animales, una muerte hermosa es morir como ángeles, amados y queridos”. Con los años, su congregación se expandió a más de 120 países, con hospicios, comedores, orfanatos y escuelas.
Sin embargo, la vida de Teresa de Calcuta también estuvo marcada por controversias. Fue criticada por recibir donaciones de dictadores y corruptos, como Jean-Claude Duvalier en Haití o Charles Keating en Estados Unidos, sin cuestionar su origen. Además, expertos en salud denunciaron que sus tanatorios priorizaban la fe sobre la medicina, exponiendo a algunos pacientes a la muerte cuando podían haber sido tratados.
A pesar de estas críticas, la monja mantuvo su influencia internacional y formó vínculos con figuras de la realeza, como Diana Spencer. Su relación con la princesa de Gales mostró otra faceta de Agnes Bojaxhiu, más cercana a la empatía y la defensa de decisiones personales, como el divorcio de Diana.
Tras su muerte en 1997, fue beatificada en 2003 y canonizada en 2016 por el papa Francisco, basándose en supuestos milagros atribuidos a su intercesión. Sin embargo, estas historias milagrosas contrastan con la dura realidad de los miles que murieron en sus centros sin atención médica suficiente.
Hoy, la figura de Teresa de Calcuta sigue siendo un reflejo de luz y sombra: una monja dedicada a los pobres, pero polémica por sus decisiones y sus relaciones con poderosos. La pregunta que queda abierta es cómo equilibrar la santidad con la humanidad y hasta qué punto la obra de alguien puede ser tan admirable como cuestionable.