

La tarde del lunes, el Estadio del Bosque fue escenario de un hecho tan inusual como preocupante: un apagón repentino obligó a detener el partido entre Gimnasia y Atlético Tucumán durante más de veinte minutos. Lo que en un principio parecía un desperfecto técnico, con el correr de las horas comenzó a transformarse en un episodio cargado de suspenso y sospechas.
De acuerdo con el comunicado oficial de Gimnasia, el equipo técnico del estadio actuó de inmediato para rastrear el origen de la falla. Las primeras pericias determinaron que el corte se debió a un corto con explosión en una de las líneas de alimentación que conectan los tableros de control con las torres de iluminación. Sin embargo, lo más llamativo apareció en la revisión posterior: el cableado presentaba daños compatibles con un intento de manipulación o sustracción, lo que despierta la posibilidad de un sabotaje deliberado.
Aunque la falla se resolvió provisoriamente para que el encuentro pudiera continuar —y finalmente el Lobo se quedó con una victoria clave 1 a 0—, quedó en evidencia la fragilidad del sistema eléctrico del estadio. El comunicado oficial también advirtió que existían fallas adicionales en otras líneas, reduciendo la operatividad general de la iluminación.
La dirigencia de Gimnasia expresó su compromiso de garantizar la seguridad de las instalaciones y de investigar el hecho hasta sus últimas consecuencias. Además, agradecieron la paciencia y el acompañamiento de los hinchas que esperaron en la oscuridad, sin abandonar a su equipo en un momento tan crítico.
El análisis final y las grabaciones de seguridad serán determinantes para confirmar si lo ocurrido fue un simple desperfecto técnico o un acto intencional que buscó desestabilizar el espectáculo deportivo. En cualquier caso, el episodio deja una marca y plantea la necesidad urgente de reforzar los controles en torno al estadio del Bosque.