

¿Se puede mantenerse joven y competitivo a los 38 años en un deporte tan exigente como el tenis? Esa es la gran intriga que rodea a Novak Djokovic, el dueño de 24 títulos de Grand Slam, que asegura que su secreto no está solo en el entrenamiento, sino en los hábitos diarios que sigue de manera estricta. Y ojo: lo que hace no es nada imposible de aplicar en la vida cotidiana.
El serbio habló con el creador digital Ben Johnson y reveló cómo organiza sus días para sostener un nivel que lo mantiene entre los mejores del mundo. ¿Lo interesante? Su rutina no está centrada únicamente en el físico, sino también en la mente y el equilibrio personal.
Lo primero que hace Djokovic al despertar no es agarrar el celular ni pensar en la agenda. Dedica unos minutos a la oración y a la gratitud. Para él, arrancar con un estado mental positivo es tan importante como entrenar. Esa práctica de mindfulness lo ayuda a enfocarse y a no perder de vista lo esencial.
El primer gesto físico de su jornada es tomar un vaso de agua tibia con limón y sal. Puede sonar simple, pero asegura que le sirve para reponer minerales, activar la digestión y arrancar con energía limpia. Nada de café de entrada: agua con propósito.
En lugar de recurrir a la cafeína, Djokovic apuesta por los batidos de frutas con superalimentos. Le encanta mezclar bayas, dátiles, semillas de cáñamo, maca y espirulina azul. ¿La clave? Energía sostenida y antioxidantes que fortalecen el cuerpo. Incluso bromea con que la espirulina “sabe horrible”, pero la toma igual por sus beneficios.
A diferencia de otros atletas, dejó el café de lado porque —según explica— altera el sueño, genera ansiedad y acelera el corazón. Solo toma té verde de vez en cuando. Su decisión va en línea con algo que repite siempre: “no todo lo que te da energía inmediata es bueno a largo plazo”.
Aunque el tenis es su profesión, Djokovic no se limita a la raqueta. Le gusta nadar, andar en bici, correr, hacer senderismo o jugar al fútbol y al pádel. La idea es simple: mantener al cuerpo en movimiento, pero también disfrutarlo.
Después de la actividad viene el descanso. El serbio se toma en serio la recuperación: sauna, baños de hielo y momentos de relajación son parte de su rutina diaria. Según él, sin esa pausa no podría sostener la exigencia de la alta competencia.