

¿Tu gato no para de maullarte en la puerta y no sabés por qué? Esa escena tan cotidiana puede volverse un dolor de cabeza si no entendemos qué nos quiere decir. La intriga está en descifrar el maullido persistente: ¿es un pedido de atención, un capricho o un síntoma de algo más?
Aunque solemos pensar que los gatos son independientes, lo cierto es que su manera de comunicarse con nosotros es bastante directa. La psicóloga especializada en conducta felina Jenna Cheal explicó que “los gatos adultos maúllan casi exclusivamente a los humanos, no entre ellos. Cuando tu gato maúlla en la puerta, te está diciendo: ‘¡Abrime!’”.
Según portales como How Stuff Works, los motivos más comunes son:
ganas de explorar nuevos espacios,
búsqueda de atención o juego,
pedido de comida,
o simplemente un cambio en la rutina que les genera ansiedad.
El problema es que, si cada vez que maúlla le abrís o lo acariciás, sin querer reforzás ese comportamiento.
No todo es conducta. A veces, el maullido persistente es un aviso médico. El veterinario Juan Enrique Romero resaltó en Infobae que entender el lenguaje del gato “es casi obligatorio para un tutor responsable”. Enfermedades como insuficiencia renal, hipertiroidismo o pérdida sensorial pueden aumentar los maullidos, sobre todo en gatos mayores.
Por eso, si tu gato empieza a maullar distinto, de golpe, o cambia su conducta, lo mejor es consultar a un veterinario antes de suponer que es solo un berrinche.
No lo castigues. Los gritos o empujones solo generan miedo y empeoran la ansiedad.
Ofrece juegos y distracción. Juguetes motivadores o sesiones cortas de juego ayudan a que gaste energía sin depender de la puerta.
Armá espacios seguros. Un balcón cerrado o un rincón con vistas al exterior puede calmar sus ganas de explorar.
Ignorá el maullido al inicio. Si reaccionás siempre, reforzás la conducta. La clave está en premiar los momentos de calma.
Consultá a un especialista. Si nada funciona, un veterinario o etólogo felino puede darte un plan personalizado.
El truco es el refuerzo positivo: premiar cuando se queda tranquilo, cerrar la puerta de a ratos y asociar esa acción a algo bueno (como un snack o un rato de juego). También podés variar los estímulos con juguetes nuevos o instalar una puerta para gatos si el espacio lo permite.
Con el tiempo, cada tutor desarrolla una especie de “diccionario” propio para entender a su gato. Un maullido agudo puede ser dolor o miedo, mientras que uno más grave puede ser un simple pedido de atención. Algunas razas, como la siamesa, son naturalmente más vocales.
En definitiva, el maullido persistente en la puerta no es un capricho vacío: es la manera que tienen los gatos de hablarnos. Y entenderlo es clave para mejorar la convivencia y reforzar el vínculo.