

¿Alguna vez sentiste un dolor fuerte y pensaste “ya se me va a pasar”, pero en el fondo te quedó la duda de si era algo más grave? Ese es el punto: el cuerpo manda señales que muchas veces ignoramos, pero hay síntomas de alerta que no conviene dejar pasar. Si los conocés, podés actuar a tiempo y evitar un problema mayor.
Lo importante es entender que no todo malestar significa correr a la guardia, pero hay situaciones en las que esperar puede ser riesgoso. Acá te cuento cuáles son esos dolores que exigen ver a un médico sin demora.
El primero es el que aparece de golpe, sin aviso y con una intensidad que te deja fuera de juego. Puede estar en el pecho, la panza o la cabeza. En el pecho, por ejemplo, podría ser un infarto. En el abdomen, una apendicitis o una pancreatitis. En la cabeza, un ACV o una hemorragia. En cualquiera de estos casos, la clave es no especular: hay que consultar urgente.
El segundo signo de alarma es cuando el dolor no baja con reposo ni con los analgésicos comunes que solemos tener en casa. Si tomaste un antiinflamatorio de los habituales y seguís igual, no es normal. Esa resistencia del cuerpo a calmarse indica que algo serio puede estar pasando y que necesitás que un médico lo revise cuanto antes.
El tercer tipo es el que no viene solo. Si aparece junto con fiebre, náuseas, vómitos, debilidad, sudor frío o cualquier otro malestar, hay que prestarle especial atención. El combo de dolor más síntomas extra es una señal de alarma clara.
Hay una frase sencilla que vale como guía: “Si hay duda, no hay duda”. Mejor consultar y descartar que quedarse con la intriga y poner la salud en riesgo. El dolor es la manera que tiene el cuerpo de avisar que algo no anda bien. Ignorarlo nunca es la solución.
En resumen:
Dolor súbito e intenso.
Dolor que no mejora con reposo ni analgésicos.
Dolor acompañado de otros síntomas.
Si te pasa alguno de estos tres casos, lo indicado es ir a una guardia o llamar a un profesional.