lunes 8 de septiembre de 2025 - Edición Nº5277

Información General | 8 Sep

Diabetes tipo 2 y hígado graso: cómo detectarlo y prevenir complicaciones

13:00 |¿Sabías que muchas personas con diabetes tipo 2 podrían tener problemas ocultos en el hígado sin darse cuenta?


¿Sabías que muchas personas con diabetes tipo 2 podrían tener problemas ocultos en el hígado sin darse cuenta? Un reciente estudio de la Universidad de Linköping revela que más de la mitad de quienes tienen esta condición presentan hígado graso, aunque solo un pequeño porcentaje desarrolla daño hepático grave. La pregunta que surge es: ¿cómo detectar a tiempo a quienes están en riesgo y qué se puede hacer para revertirlo?

El trabajo, publicado en el Journal of Internal Medicine, examinó a más de 300 pacientes de atención primaria y destacó la relación entre el síndrome metabólico, la obesidad y el deterioro hepático. La investigación no solo confirma la magnitud del problema, sino que también da pistas claras sobre cómo cuidar el hígado y prevenir complicaciones.

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Prevalencia de hígado graso y daño hepático


En el estudio, el 59% de los pacientes tenía hígado graso, acumulación de grasa en el órgano causada por desequilibrios metabólicos como niveles altos de azúcar, resistencia a la insulina y exceso de grasa abdominal. A pesar de este número, solo el 7% mostraba señales de cirrosis en etapas iniciales, un daño que puede volverse irreversible si avanza.

Estos resultados son más alentadores que los de estudios previos en clínicas especializadas, donde los pacientes suelen presentar problemas hepáticos más graves.


Qué es el síndrome metabólico y su impacto


El síndrome metabólico combina varios factores de riesgo: exceso de grasa corporal, mal control del azúcar en sangre y problemas con los niveles de colesterol y triglicéridos. Todo esto aumenta las probabilidades de desarrollar diabetes tipo 2, hígado graso y enfermedades del corazón.

Según Wile Balkhed, médico de la Universidad de Linköping, esta combinación lleva a que el cuerpo acumule grasa en el hígado, afectando su funcionamiento. La enfermedad, conocida ahora como MASLD, afecta a uno de cada cinco adultos en Suecia y a un tercio en otras partes del mundo, preocupando especialmente en contextos donde la obesidad y la diabetes son comunes.


Riesgos y detección


Aunque el hígado graso suele ser silencioso, puede evolucionar a cirrosis, cáncer hepático o insuficiencia hepática en algunos casos. Mattias Ekstedt, especialista en enfermedades hepáticas, asegura que detectar a las personas en riesgo es fundamental: “Podemos ayudarlas si las detectamos a tiempo, pero es como buscar una aguja en un pajar”.

El estudio utilizó resonancias magnéticas y ultrasonidos especiales para medir grasa y rigidez del hígado, lo que permitió identificar tanto el hígado graso como los casos de daño hepático temprano.


Obesidad y reversión


El riesgo aumenta notablemente en personas con obesidad: el 13% de quienes tenían diabetes tipo 2 y obesidad mostraban señales tempranas de cirrosis, frente al 2% de quienes no tenían sobrepeso. La buena noticia es que el hígado graso puede revertirse: bajar de peso reduce la grasa en el hígado y mejora su funcionamiento.

Adoptar hábitos saludables, especialmente controlar la dieta y el ejercicio, es clave para quienes tienen diabetes tipo 2, sobrepeso o riesgo de hígado graso. La salud global de la población depende, en parte, de prevenir estas complicaciones antes de que se vuelvan graves.

El seguimiento a cinco años que comenzó el equipo de Linköping permitirá entender mejor quiénes están en riesgo y cuáles son las estrategias más efectivas para cuidar el hígado a largo plazo.

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