

Las elecciones legislativas en la provincia de Buenos Aires dejaron un resultado de alto impacto político: el peronismo logró recuperar el control del Senado bonaerense y acercarse al quorum en la Cámara de Diputados. Este nuevo escenario le otorga al gobernador Axel Kicillof una herramienta clave para impulsar proyectos sin depender de la oposición.
En la Cámara alta, Fuerza Patria defendía 10 de las 21 bancas en juego y obtuvo 13, lo que le permitirá alcanzar 24 de las 46 butacas totales, asegurándose quorum propio. La distribución territorial fue determinante: en la Primera Sección, el ministro Gabriel Katopodis sorprendió al libertario Diego Valenzuela y sumó cinco escaños; en la Cuarta Sección, el justicialismo se quedó con tres; en la Séptima, arrasó con tres de tres; mientras que en la Quinta cedió terreno frente a La Libertad Avanza.
En la Cámara de Diputados, la situación es más ajustada. El oficialismo pasó de 37 a 39 legisladores, un número importante pero aún insuficiente para iniciar sesiones, ya que se requieren 47 votos. La Tercera Sección fue la gran trinchera del peronismo, donde la vicegobernadora Verónica Magario derrotó al candidato libertario Maximiliano Bondarenko y aportó diez bancas al bloque.
El contraste con la Casa Rosada es inevitable: mientras que Javier Milei sufrió un revés político en el distrito más poblado del país, el peronismo bonaerense mostró cohesión interna y capacidad de movilización. Sin embargo, los analistas advierten que este impulso electoral no garantiza un escenario similar en las elecciones de octubre.
Lo cierto es que Kicillof sale fortalecido: con un Senado bajo control y un bloque sólido en Diputados, el gobernador queda en mejores condiciones para negociar y consolidar poder en el principal territorio electoral del país.