

¿Alguna vez probaste algo que parece simple pero que esconde una sorpresa en cada bocado? Eso pasa con los pimientos de Padrón, un clásico de la gastronomía gallega que tiene su propia fama: algunos son suaves y otros pican fuerte. En esta nota te voy a contar qué tienen de especial y cómo podés cocinarlos en casa de manera fácil, para que te salgan igual de ricos que en Galicia.
Son pequeños, verdes y con denominación de origen en Herbón, en la parroquia de Padrón, en la provincia de A Coruña. Su lema popular lo dice todo: “unos pican y otros no”. Ese toque inesperado se debe a los capsaicinoides, unas sustancias que dependen de la genética de la planta y de la época en que se cosechan.
Lo mejor es que podés disfrutarlos de mil formas: fritos, a la plancha o como guarnición de carnes y pescados. Pero la receta más típica es freírlos rápido en aceite de oliva y espolvorearles sal gruesa. Una preparación sencilla, con mucho sabor y que sorprende siempre.
Te paso el paso a paso para que los prepares en casa sin complicarte:
Ingredientes (2 a 4 porciones):
250 a 400 g de pimientos de Padrón frescos
Aceite de oliva virgen extra
Sal gruesa
Preparación:
Lavá y secá bien los pimientos.
Calentá abundante aceite en una sartén a fuego medio-alto (160-180 °C).
Ponelos sin amontonarlos y dales vuelta a los 2 minutos.
Freílos entre 5 y 7 minutos, hasta que se arruguen un poco y se doren.
Retiralos sobre papel absorbente y salalos al instante.
Servilos calientes, como tapa o acompañamiento.
Una porción tiene entre 50 y 80 calorías, con grasas saludables del aceite de oliva, algo de fibra y casi nada de carbohidratos. Es un snack liviano, sabroso y que suma a cualquier mesa.
Consumilos recién hechos: en la heladera pierden frescura.
Si te toca uno picante, tomalo como parte del juego. Esa es la gracia de esta receta gallega.
Van genial con una cerveza fría o como entrada antes de un buen plato principal.
Más allá de la receta, los pimientos de Padrón son una experiencia cultural: nunca sabés si te toca uno suave o uno que pica fuerte. Esa “ruleta gallega” es lo que los hace únicos en la gastronomía mundial.
Y ahora que sabés cómo cocinarlos, la próxima vez que los veas en la verdulería no dudes: llevate una bolsa, probá esta receta y disfrutá en tu casa un pedacito de Galicia.