

¿Sabías que el pollo al limón que probás en los restaurantes chinos no es una receta 100% tradicional de China? Tiene raíces en la cocina cantonesa, pero con los años se convirtió en un clásico de los menús en Occidente. Lo curioso es que su secreto no está solo en la salsa cítrica, sino en un detalle de la cocción que casi nadie cuenta…
Lo que hace único a este plato es la combinación: por un lado, el pollo crujiente, dorado y jugoso por dentro; por el otro, la frescura del limón en una salsa agridulce que corta con el aceite de la fritura. Esa mezcla de texturas y sabores es la que lo vuelve un infaltable cuando pensamos en comida de estilo chino.
Se suele acompañar con arroz blanco o frito, y a veces con brócoli o verduras salteadas. Pero lo que muchos buscan es replicar en casa esa receta que siempre parece mejor en el restaurante. La buena noticia es que se puede lograr, y sin demasiadas complicaciones.
Para preparar este plato necesitás ingredientes simples: pollo (muslos o pechuga), harina, maicena, agua con gas, aceite y, claro, el limón. El rebozado es clave: se arma con harina, maicena y un toque de polvo de hornear. Esa mezcla, junto con el gas del agua, crea una cobertura ligera y crocante.
El paso más importante está en la doble fritura: primero a temperatura media para cocinar el pollo, y después a más temperatura para sellar y lograr ese dorado que resiste incluso cuando le volcás encima la salsa.
La salsa de limón se hace rápido: caldo de pollo, azúcar, jugo de limón fresco, un poco de jengibre y ajo rallado. Se cocina todo junto hasta espesar y quedar con ese brillo característico que te dan ganas de probar apenas lo ves.
Preparación: 20 minutos
Reposo: 20 minutos
Cocción: 12 minutos
Total: 52 minutos aprox.
El pollo se puede guardar en la heladera por dos días, siempre separado de la salsa. Para recuperar el crujiente, lo mejor es darle un golpe de horno fuerte antes de servir.
Aproximadamente: 340 kcal, 23 g de proteína, 11 g de grasas, 34 g de carbohidratos y 9 g de azúcares.
Ahora ya sabés cómo lograr en casa el mismo sabor que en tu restaurante chino favorito. La clave está en la doble fritura y en esa salsa de limón que equilibra todo.