

El mes de septiembre llega cargado de desafíos para Estudiantes de La Plata y no deja lugar para el error. El equipo que dirige Eduardo Domínguez debe afrontar un calendario de altísimo riesgo, donde cada partido puede marcar el rumbo de su temporada.
En primer lugar, el choque por los cuartos de final de la Copa Libertadores frente a Flamengo se roba todas las miradas. El primer duelo será el 18 de septiembre en el Maracaná, un escenario imponente donde se espera la presencia de más de 2.000 hinchas albirrojos que viajarán por tierra y aire para alentar. El acceso, sin embargo, estará estrictamente controlado: será necesario el registro biométrico previo y la presentación del documento original para ingresar al estadio.
Pero el reto no termina allí. En paralelo, el Pincha deberá mantenerse competitivo en el Torneo Clausura, con partidos frente a River y Defensa y Justicia en UNO, y cerrar el mes en Rosario ante Newell’s. La presión es máxima: el equipo necesita asegurar su lugar en los playoffs y no descuidar la tabla anual, que define el regreso a las copas internacionales.
Lo que agrava el panorama es que el rendimiento del plantel genera dudas. A pesar de la inversión realizada, el equipo no logra mostrar regularidad ni seguridad deportiva, y viene de caer ante Central Córdoba, un resultado que encendió las alarmas.
En definitiva, septiembre es un mes bisagra para Estudiantes. Una buena performance podría catapultarlo hacia las instancias finales de la Libertadores y consolidar su presencia en la élite local. Pero un traspié lo dejaría expuesto y abriría un debate sobre la planificación deportiva y el costo-beneficio de las incorporaciones.