

El 10 de septiembre marca el Día Mundial para la Prevención del Suicidio, una fecha que busca visibilizar un problema de salud pública que cada año provoca más de 720.000 muertes en el mundo, según la Organización Mundial de la Salud (OMS). El lema 2024-2026, “Cambiar la narrativa”, apunta a derribar mitos y estigmas, creando espacios de diálogo que permitan detectar y acompañar a quienes atraviesan un sufrimiento extremo.
En Argentina, la situación es igualmente preocupante: entre abril de 2023 y abril de 2025 se registraron 15.807 intentos de suicidio, lo que equivale a 22 por día, con mayor prevalencia en adolescentes y jóvenes de 15 a 24 años.
Los especialistas de INECO destacan que los factores de riesgo son múltiples y se combinan: desde depresión, ansiedad, abuso de sustancias e historial de intentos, hasta aislamiento social, conflictos familiares, problemas económicos y dificultad de acceso a la salud. A esto se suman factores biológicos, como trastornos crónicos o dolor físico insoportable.
Identificar las señales de alerta es fundamental: hablar de querer morir, expresar falta de esperanza, alejarse de seres queridos, regalar objetos importantes o buscar métodos letales en internet son indicadores que no deben ser minimizados.
Derribar los mitos es otro pilar de la prevención. Hablar del tema no incita al suicidio, al contrario: puede ser la oportunidad para ofrecer ayuda. Cada amenaza debe ser tomada en serio y acompañada de asistencia profesional.
La detección temprana, el tratamiento adecuado y la creación de entornos de contención pueden salvar vidas. En caso de crisis, se recomienda acudir de inmediato a una guardia de salud mental, llamar al 0800-333-1665 o comunicarse con el SAME (107).