

¿Sabías que en solo seis meses se registraron más crímenes de odio LGBT+ que en casi todo 2024? La cifra alarma y genera preguntas: ¿por qué la violencia hacia la comunidad LGBT+ crece en Argentina y quiénes son las víctimas más afectadas?
Durante el primer semestre de 2025 se reportaron 102 crímenes de odio LGBT+, un 70 % más que los 60 casos del mismo período de 2024. De esas víctimas, 17 personas murieron y 85 sufrieron lesiones físicas, según el informe semestral del Observatorio de Crímenes de Odio LGBT+. Estos actos fueron motivados por odio hacia la orientación sexual, la identidad y la expresión de género.
Las más atacadas son las mujeres trans: representan el 70,6 % de los casos. Luego se encuentran los varones gay cis (16,7 %), lesbianas (6,9 %), varones trans (4,9 %) y una persona no binarie (1 %). De las 17 muertes, cuatro fueron asesinatos, diez por violencia estructural y tres suicidios, afectando mayormente a mujeres trans y jóvenes de entre 20 y 29 años.
El Observatorio Nacional de Crímenes de Odio LGBT+, creado por la Defensoría LGBT en conjunto con organizaciones de todo el país, releva estos datos para visibilizar la violencia y proponer políticas públicas que prevengan y sancionen estos delitos. En Argentina, aunque el INADI y el Ministerio de Mujeres, Géneros y Diversidad cerraron, siguen vigentes leyes que protegen a la diversidad sexual, como la Ley N°23.592 y la Ley N°26.791, que incorporan agravantes por discriminación hacia orientación sexual, identidad y expresión de género.
Los delitos de odio no son solo agresiones físicas. Incluyen golpes, puñaladas, balazos, estrangulamientos y violencia simbólica que vulnera derechos como la dignidad, la integridad y la vida. En el 64,7 % de los casos, el Estado estuvo involucrado directa o indirectamente, principalmente a través de fuerzas de seguridad. El resto fue perpetrado por particulares, conocidos o familiares de las víctimas.
La violencia no respeta edad ni lugar: aunque más del 45 % de los casos afecta a jóvenes de 20 a 29 años, también hay víctimas adolescentes y adultas mayores. La mayoría de los crímenes ocurrieron en comisarías, unidades penitenciarias, viviendas particulares y espacios públicos, mostrando que ni el hogar ni la calle son seguros para la comunidad LGBT+.
El incremento de estos crímenes de odio revela un patrón sistemático: la discriminación estructural y los discursos de odio legitimados socialmente, incluso desde autoridades, generan un clima que permite que estos ataques sigan ocurriendo. “La responsabilidad del Estado en este proceso es ineludible. Cuando se niegan derechos y se estigmatiza a un colectivo, se habilita socialmente la violencia”, advierte el Observatorio.
Frente a este contexto, visibilizar los crímenes de odio y reforzar políticas de protección no es una opción: es urgente. La comunidad LGBT+ en Argentina necesita que la violencia deje de ser tolerada y que las vidas, especialmente de las mujeres trans, dejen de estar en riesgo.