

¿Qué pasa cuando más de una de cada ocho personas en el mundo vive con algún trastorno mental y la mayoría no recibe atención? Esa es la pregunta que la OMS puso sobre la mesa con su último informe, y la respuesta preocupa.
Según la Organización Mundial de la Salud, los problemas de salud mental como la depresión y la ansiedad impactan de forma desigual entre hombres y mujeres, con un peso mucho mayor en ellas. Pero ¿por qué pasa esto y qué se puede hacer?
Los datos son claros: la depresión es 1,5 veces más común en mujeres que en hombres. Más del 10% de las embarazadas y de quienes acaban de dar a luz la padecen. Algo similar ocurre con la ansiedad, que también las afecta más.
La pandemia de COVID-19 agravó la situación: durante 2020 los casos de depresión en mujeres crecieron casi un 30%, mientras que en hombres aumentaron un 24%.
Para la doctora Elsa Costanzo, jefa de Psiquiatría de Fleni, “los trastornos mentales no son simples altibajos emocionales, sino condiciones que afectan la vida entera: relaciones, trabajo, bienestar y desarrollo personal”.
Su colega María Gabriela Nielsen, de la Universidad Favaloro, refuerza: “No hablamos solo de estar triste o preocupado, sino de cuadros que van desde la depresión y la ansiedad, hasta enfermedades más complejas como la esquizofrenia o el trastorno bipolar”.
El informe de la OMS explica que hay múltiples causas detrás de estas diferencias:
Cambios hormonales (pubertad, embarazo, posparto, menopausia).
Mayor exposición a violencia de género y discriminación.
Roles sociales y sobrecarga de responsabilidades.
Estigmas y barreras para acceder a tratamiento.
A eso se suman factores culturales: los hombres tienden a ocultar sus síntomas o canalizar el estrés con conductas de riesgo, mientras que las mujeres suelen expresar más y consultar más.
La OMS alerta que la depresión y la ansiedad generan pérdidas millonarias en productividad laboral y que solo el 9% de quienes sufren depresión recibe un tratamiento adecuado.
El director de la organización, Tedros Adhanom Ghebreyesus, fue contundente: “Transformar los servicios de salud mental es uno de los desafíos más urgentes para la salud pública. La atención no puede ser un privilegio, es un derecho”.
Los especialistas recomiendan medidas simples pero efectivas:
Dormir y comer de forma regular.
Hacer actividad física.
Construir redes de apoyo.
Evitar el consumo de alcohol y drogas.
Consultar a profesionales ante síntomas persistentes.
El desafío está planteado: la salud mental, especialmente en las mujeres, necesita prioridad, inversión y acompañamiento. Y aunque falta mucho por hacer, saber que hay prevención y tratamiento posible es el primer paso para cambiar la realidad.