

¿Qué pasa con la basura en Córdoba? Esa es la pregunta que cada vez más vecinos se hacen, y la respuesta no es simple. Un relevamiento reciente volvió a poner en agenda el tema de los macrobasurales, revelando cifras que preocupan y dejan en evidencia la falta de planificación en la gestión ambiental de la ciudad.
El informe, impulsado por la oposición, detectó más de 90 macrobasurales a cielo abierto y cerca de 300 focos ilegales de residuos en total. El mapeo incluyó fotos y geolocalización de cada punto crítico. Y si bien el dato ya genera alarma, lo más fuerte es la distribución: casi el 30% de estos basurales están en el noroeste de la capital y otro 25% en el sudoeste. El resto se reparte en noreste y sudeste, lo que muestra que el problema está en todos lados.
En los macrobasurales predominan restos de obras y escombros, montañas de neumáticos, postes metálicos y podas de gran tamaño. Todo esto debería estar en circuitos regulares de recolección, pero termina acumulado en descampados cercanos a barrios y cursos de agua. El informe también detectó residuos peligrosos: vidrios rotos, bidones químicos y hasta animales muertos. Para los vecinos, esto no solo genera malos olores, sino riesgos sanitarios serios.
Los microbasurales, en cambio, concentran sobre todo basura domiciliaria: comida en descomposición, electrodomésticos viejos y muebles en desuso. Un caldo de cultivo para roedores e incendios, como los que se registraron en Spilimbergo, Juan Martínez y Costa Canal.
La oposición apunta directamente a la gestión del intendente Daniel Passerini. Señalan que, aunque el presupuesto 2025 destinó más de $268 mil millones a programas ambientales, en el territorio los resultados son casi invisibles. Denuncian superposición de funciones entre áreas, poca coordinación y falta de control real.
El relevamiento incluso advierte que las escombreras municipales funcionan sin personal técnico permanente ni clasificación adecuada de residuos. Y al estar cerca de viviendas y cursos de agua, el riesgo para la salud se multiplica.
“Cada punto en el mapa es una señal de alarma. Córdoba necesita soluciones concretas y no propaganda ambiental”, sostuvo un edil opositor, en un mensaje directo al oficialismo.
Desde el municipio, el secretario de Ambiente Gabriel Martín defendió la gestión de Passerini y relativizó las cifras. Admitió la existencia de unos 130 basurales, pero aclaró que muchos de los puntos marcados son descargas transitorias. Además, destacó que la Municipalidad recuperó más de 100 predios, transformándolos en espacios públicos.
Sin embargo, reconoció que sitios como los de Spilimbergo o Roque Arias siguen activos porque la costumbre de tirar basura persiste.
La ciudad de Córdoba enfrenta un desafío que no se resuelve con comunicados: más de 90 macrobasurales activos muestran que la basura no solo es un problema de higiene, sino de gestión política y de futuro. ¿Habrá un plan real para frenarlos o seguirán creciendo?