

¿Un nuevo impuesto para los más ricos? Esa es la pregunta que dejó picando el dirigente de Fuerza Patria, Juan Grabois, al presentar el llamado Proyecto Karina. La propuesta ya genera ruido porque apunta a cobrar un porcentaje de las grandes fortunas del país. Pero, ¿de qué se trata exactamente y a quiénes alcanzaría?
El Proyecto Karina se bautizó así en medio de la polémica por los audios filtrados sobre Karina Milei, secretaria general de la Presidencia y hermana del presidente Javier Milei. En esas grabaciones, se la acusaba de pedir un 3% en contratos con droguerías, algo que derivó en un escándalo político.
Lejos de esquivar la polémica, Grabois tomó ese número del 3% para transformarlo en una propuesta: un impuesto permanente a las grandes fortunas, inspirado en el “aporte extraordinario” que aplicó el gobierno de Alberto Fernández durante la pandemia.
La iniciativa plantea un esquema escalonado según el patrimonio declarado:
3% para quienes superen los 10.000 millones de pesos.
2% para patrimonios entre 5.000 y 10.000 millones.
1% para quienes tengan más de 2.500 millones, pero menos de 5.000.
El resto de los argentinos —el 99,5% de la población— quedaría afuera del impuesto.
Además, el plan incluye un punto clave: revisar no solo lo declarado, sino también los bienes ocultos. Para eso, el proyecto propone crear una comisión integrada por los propios megarricos alcanzados, con el fin de garantizar que lo recaudado vaya a educación, salud infantil y urbanización de barrios populares.
Con este anuncio, Grabois busca instalar el tema de la redistribución en plena agenda política. Sus palabras fueron claras: “El impuesto a las grandes fortunas fue muy acertado y tiene que ser de forma permanente”.
La discusión recién empieza, pero ya genera intriga: ¿es posible aplicar un tributo así en un país donde gran parte de la riqueza se concentra en pocas manos? ¿O se convertirá en una nueva batalla política en el Congreso?
El Proyecto Karina no es un simple slogan: abre un debate de fondo sobre cómo financiar políticas sociales en un contexto de crisis. Para algunos, es una medida justa. Para otros, un freno a la inversión.
Lo cierto es que, con esta jugada, Juan Grabois puso sobre la mesa un tema incómodo: cómo los más ricos pueden aportar más para sostener la educación, la salud y los barrios del país. Y la pregunta queda abierta: ¿será este el inicio de un cambio o quedará solo en un anuncio de campaña?