

¿Sabías que los ronquidos no siempre son una anécdota graciosa o un motivo de discusión en pareja? Detrás de ese sonido que muchos subestiman puede haber un problema mucho más serio. Te vamos a contar cuáles son los factores que disparan la apnea obstructiva del sueño y qué recomiendan los especialistas para mejorar el descanso. Y ojo: varios de esos hábitos parecen inofensivos, pero terminan jugando en contra.
La apnea obstructiva del sueño (AOS) no es solo incomodidad nocturna. Según estudios publicados en The Lancet, afecta a más de 900 millones de adultos en el mundo y está vinculada con hipertensión, diabetes, depresión y hasta riesgo de ACV. Ante este panorama, el diario The Telegraph reunió a médicos y expertos en sueño para identificar los desencadenantes más comunes y las soluciones prácticas.
Dormir sin rutina fija: acostarse y levantarse a distintas horas altera la calidad del sueño y puede agravar la apnea.
Boca arriba: esta postura facilita que la lengua bloquee la vía aérea.
Cenar tarde: una comida pesada justo antes de dormir retrasa el sueño profundo y favorece el reflujo.
Pastillas para dormir: relajan demasiado los músculos de la garganta, aumentando los episodios de apnea.
Dormitorio caluroso: los especialistas recomiendan entre 18 y 20 grados para dormir mejor.
Antihistamínicos sedantes: pueden aumentar la somnolencia y los ronquidos, a diferencia de los no sedantes.
Sobrepeso: el exceso de grasa en el cuello estrecha las vías respiratorias.
Alcohol nocturno: relaja en exceso la musculatura y corta las fases normales del sueño.
Fumar: provoca inflamación en la garganta y aumenta el riesgo de apnea.
Estrés: la tensión crónica genera respiración superficial y reduce el espacio de paso del aire.
Priorizar siestas cortas de no más de 30 minutos.
Dormir de costado en lugar de boca arriba.
Usar dispositivos bucales que adelanten la mandíbula y faciliten el flujo de aire.
Incorporar dilatadores nasales o limpiezas con solución salina.
Mantener el cuarto fresco, oscuro y silencioso.
Reducir peso corporal: perder un 10% puede bajar la gravedad de la apnea hasta en un 50%.
También se investigan tecnologías innovadoras, como la estimulación del nervio hipogloso mediante impulsos eléctricos, e incluso tratamientos farmacológicos que podrían ayudar en casos severos.