

¿Qué tienen en común un artista callejero ciego que encontró el amor en la música y una cantante que lucha por la salud de su hijo? La respuesta apareció en el programa Buenas noches Familia, donde las historias de vida de Mauro Muscari y Gaby emocionaron al público y se transformaron en un reconocimiento millonario.
Desde el arranque, la emisión dejó en claro que no era una noche más. Cuando Guido Kaczka abrió el ciclo, nadie imaginaba que la solidaridad y el arte iban a convertirse en protagonistas. El primero en presentarse fue Mauro Muscari, que celebraba su primer aniversario de pareja. Entre risas y recuerdos, contó que perdió la vista a los cuatro años y que a los diez empezó a tocar el teclado. Dos años después sumó el acordeón, instrumento con el que lleva casi una década tocando en la peatonal de San Justo, haga frío, viento o lluvia.
“Conocí al amor de mi vida gracias a la música”, confesó Muscari, relatando cómo una chica que lo escuchaba cantar en la calle terminó siendo su compañera. Su historia, contada en un tono sencillo y emotivo, conmovió al público del programa, que decidió premiarlo con más de 13 millones de pesos.
Pero la noche todavía tenía otra sorpresa guardada. Gaby, también participante, subió al escenario para contar que canta en la peatonal de Córdoba a la gorra. Su objetivo es sostener los costosos tratamientos médicos de su hijo Agus, diagnosticado con síndrome de Jacobsen. Además, reveló que ella misma padece lupus y perdió su empleo, por lo que encontró en la música un modo de seguir adelante.
“Ella sale con él a cantar en la peatonal, en Plaza San Martín, y lo hace varias veces por semana. ¡Sos espectacular!”, la elogió Guido Kaczka en vivo, destacando la fuerza y el talento de la artista. El público, conmovido, la premió con más de 17 millones de pesos casi al cierre de la emisión.
Las historias de Mauro Muscari y Gaby no solo mostraron el valor del arte callejero como medio de vida y expresión, sino también cómo ese esfuerzo logra despertar empatía y solidaridad en quienes escuchan. En una sociedad donde muchas veces estas realidades quedan invisibilizadas, el ciclo de Buenas noches Familia abrió una ventana para darles voz.
Y la gran lección que dejó la noche fue clara: la música, incluso en las veredas y plazas, puede transformar vidas y unir a una comunidad entera alrededor de un aplauso y un gesto de reconocimiento.