

¿Qué pasó para que un partido con más de cien años de historia quedara en su peor escenario político en la Provincia? Esa es la pregunta que hoy se hacen los propios radicales. La debacle electoral en la última elección dejó a la UCR sin su tradicional sostén en la Legislatura bonaerense, sin fuerza en los concejos deliberantes y con intendentes derrotados incluso en bastiones históricos.
El golpe fue duro. Bajo la conducción de Miguel Fernández y Pablo Domenichini, el armado “Somos Buenos Aires” terminó en fracaso: el radicalismo perdió 149 concejales en los distritos, incluidos todos los del conurbano, y 12 de las 14 bancas legislativas que ponía en juego. En varios municipios del interior, la caída fue tan fuerte que intendentes de peso quedaron relegados al tercer lugar.
Un caso emblemático es Tandil: Miguel Lunghi, considerado imbatible, salió tercero con apenas 14 puntos, lejos del peronismo y los libertarios. En Lincoln, Salvador Serenal corrió la misma suerte con 22 puntos, y en Adolfo Alsina, Javier Andrés también terminó relegado.
Pero la pérdida no se midió solo en intendencias. En octubre, la UCR podría perder las tres bancas que tiene en la Cámara de Diputados nacional. El retroceso pone en riesgo su capacidad de negociación en la provincia, donde las bancas legislativas son clave para discutir cargos judiciales, lugares en organismos de control e incluso posiciones en la Suprema Corte.
El origen de este derrumbe está en la estrategia de alianza. Tras la interna judicializada, el partido quedó con dos conducciones paralelas: por un lado Miguel Fernández, y por otro Pablo Domenichini. Ellos definieron la coalición con sectores de la Coalición Cívica, peronistas como Florencio Randazzo y el intendente de Tigre, Julio Zamora. Una línea moderada que, según críticos internos, terminó favoreciendo a Axel Kicillof.
Los resultados lo confirmaron: en la Primera Sección electoral, Somos Buenos Aires obtuvo apenas 4,2 puntos, muy lejos del 12,5 necesario para sumar representación. En la Tercera, donde Domenichini fue candidato, la lista quedó quinta con 2,8%. Tampoco se alcanzó el piso en la Quinta, Séptima ni Octava sección.
Solo en la Cuarta y la Sexta hubo algo de aire: allí ingresaron Natalia Quintana (del sector de Fernández), Pablo Petrecca, Andrés De Leo y Priscila Minnaard. Sin embargo, el número total es demoledor: de 14 bancas que se jugaban, la UCR apenas logró retener dos.
Hoy, dentro del radicalismo bonaerense, las críticas apuntan directo a Fernández y Domenichini. Acusan que entregaron la junta electoral al peronismo y que no contuvieron a otros sectores. La consecuencia es clara: menos intendentes, menos concejales y casi nula representación en la Legislatura bonaerense.
La pregunta sigue abierta: ¿cómo se recompone un partido histórico cuando queda sin poder real en la provincia que siempre fue su motor político?