

¿Te imaginás estar veinte años sin poder ver y de golpe recuperar la visión gracias a un diente? Eso fue lo que le pasó a Brent Chapman, un canadiense que volvió a mirar el mundo gracias a una operación única: la osteo-odonto-queratoprótesis, más conocida como la “cirugía de diente en el ojo”.
La historia atrapa porque no se trata de un trasplante común, sino de un procedimiento tan raro que solo se hace en pocos hospitales del mundo.
A los 13 años, Chapman sufrió el síndrome de Stevens-Johnson, una reacción rara a medicamentos que le provocó quemaduras en la piel y en los ojos. Estuvo 27 días en coma, perdió el ojo izquierdo y quedó casi ciego del derecho.
Durante dos décadas pasó por unas 50 operaciones, la mayoría trasplantes de córnea, pero ninguno funcionaba de manera permanente. La esperanza se iba apagando hasta que apareció otra opción.
El cambio llegó en el Hospital General de Vancouver, de la mano del doctor Greg Moloney. La técnica fue impactante: le extrajeron un diente canino, lo tallaron para colocarle una pequeña lente y luego lo implantaron en su ojo.
Este bloque diente-lente primero se colocó en la mejilla para que el tejido lo recubriera, y meses después se trasladó al ojo. El resultado fue que Chapman recuperó la visión tras 20 años de oscuridad.
“El diente es ideal porque es duro, resistente y el cuerpo lo acepta al ser parte de sí mismo”, explicó el Dr. Moloney a CNN.
La osteoodontoqueratoprótesis puede durar más de 12 horas y requiere un equipo multidisciplinario. Se reserva como último recurso, cuando los trasplantes de córnea ya no funcionan.
El doctor Ben Kang, cirujano maxilofacial, detalló que el diente se trabaja hasta dejarlo en 4 milímetros de grosor, se perfora para alojar el cilindro óptico y se implanta con tejido bucal que lo protege.
Es un procedimiento que solo se realiza en pocos centros a nivel mundial y al que llegan pacientes con ceguera corneal severa.
En agosto de 2023, Chapman recibió sus gafas tras la operación y logró una agudeza visual de 20/30. Lo primero que vio fue el horizonte de Vancouver. “Es indescriptible poder ver de nuevo, después de estar tanto tiempo en la oscuridad”, dijo emocionado.
Hoy sueña con viajar, reencontrarse con sus sobrinos y retomar su trabajo como masajista. Después de 20 años de incertidumbre, Chapman valora cada detalle: desde la ciudad que lo rodea hasta el simple hecho de mirar a los ojos a otra persona.